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Actualizado: 25 de junio de 2025


¿No vivía Álava en la calle de Amaniel? preguntó el Rey con una mirada que estuvo á punto de turbarle. Si, señor: allí vivía; pero desde algún tiempo se ha mudado á esta otra casa, que es suya también. Por fortuna, las turbas no han podido realizar su infame designio.

Pues bien dijo Coletilla: yo estoy seguro, segurísimo de que esos que he nombrado, y además Valdés, Álava, García Herreros, el poeta Quintana, el consejero de Estado Bozmediano y otros, se reúnen, no si de día ó de noche, con todos los ministros y algunos generales. Sin duda tienen algún proyecto entre manos, algún complot, quién sabe si contra el Rey. ¿Y no sabe usted dónde se reúnen?

Vitoria, tan famosa durante la guerra civil de España, es la capital de Álava. En sus cercanías se ve el campo de una de las mas sangrientas y notables batallas de la guerra de la independencia, ocurrida en 1813. La importancia de Vitoria, como villa y plaza fuerte, data de 1181, y su incorporacion á la monarquía castellana, de 1209.

¿En la plazuela de Afligidos? dijo el otro con asombro. Es en la casa de Álava... ¿Y eran muchos? ¿A qué hora? Lázaro contó detenidamente todo lo que habla visto en la citada plazuela dos noches seguidas y á la misma hora. No necesito más dijo el Doctrino al oído de Pinilla.

Al punto contestaron en español: «Es el San Agustín dijo Marcial. El San Agustín se ha ido a pique contestó D. Alonso . Me parece que será el Santa Ana, que también está apresado». Efectivamente, al acercanos, todos reconocieron al Santa Ana, mandado en el combate por el teniente general Álava.

En el alcázar de popa estaba uno que comprendí era el general Álava, y, aunque herido en varias partes de su cuerpo, mostraba fuerzas bastantes para dirigir aquel segundo combate, destinado quizá a hacer olvidar respecto al Santa Ana las desventuras del primero.

A saberlo con certeza, hubiera redoblado mis esfuerzos en las disposiciones que di con permiso de estos señores, y el navío de Álava habría quedado libre en dos minutos». Los oficiales que le rodeaban mirábanle con sorna oyendo el último jactancioso concepto de D. José María.

Yo observé señales de profunda tristeza lo mismo en el semblante de mi amo que en el del general Álava, quien, a pesar de sus heridas, estaba en todo, y mandaba hacer señales a la fragata Themis para que acelerase su marcha si era posible.

Sucedióle el obispo D. Diego de Alava y Esquivel, bajo cuyo episcopado se acabó en 1562 la bóveda del crucero del lado del Evangelio.

Lo que es que se lo dijeron al Doctrino, y él fué allá y les vió salir. Después no por qué medio se ha enterado de quiénes son todos ellos. Allí van Quintana, Martínez de la Rosa, Calatrava, Álava, y hasta Alcalá Galiano se ha metido entre esa gente. Lázaro quedó mudo de terror.

Palabra del Dia

lanterna

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