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Actualizado: 4 de octubre de 2025


Señor de los esclavos, señor de las zagalas, En cuya frente baten las águilas sus alas, Y en cuyo pecho España su corazón encierra!

Pero el que le dejó confuso, absorto y entusiasmado fue tío Manolo vestido de señor feudal; llevaba botas de ante amarillo que le llegaban hasta los muslos y el cuerpo ceñido con loriga que brillaba como un espejo; el casco era enorme y asombroso por la cantidad de águilas, grifos y dragones y otros animales emblemáticos que le adornaban; la barba le llegaba casi hasta la cintura, y hasta el medio de la espalda los cabellos.

Durante el viaje había sido un excelente compañero, admirando por su cuenta y riesgo, y hablando poco. ¡Ah! ¡si nos contara, señor! suplicó la joven de las águilas. No tengo inconveniente asintió el discreto individuo. En dos palabras y en los mares del norte, como el María Margarita del capitán encontramos una vez un barco a vela. Nuestro rumbo viajábamos también a vela nos llevó casi a su lado.

Se llega á la cima por una escalera de ciento setenta y seis tramos. Corona la columna una estátua de Napoleon, vestido de gran Capitan. Aguilas, guirnaldas de encina y de laurel, y otros varios trofeos alegóricos, ornan este monumento de triunfo.

El arte musulman ha iniciado su carrera admirablemente al abrigo de las asiduas meditaciones de los dos primeros amires. ¿Cómo no habia de salir una cosa grande de un nido calentado por águilas caudales?

Es montero mayor de Su Alteza y trovador como hay pocos, pero no iguala al señor de Chandos, que canta unas trovas alegres con más gracia que nadie. Tres águilas de oro en campo azul; ese es uno de los Lutreles, dos hermanos á cual más esforzado.

19 [Cof]: Ligeros fueron nuestros perseguidores más que las águilas del cielo; sobre los montes nos persiguieron, en el desierto nos pusieron emboscada. 20 [Res]: El resuello de nuestras narices, el ungido del SE

Tratavanle de Magestad al César, el bonete que llevaba era de oro y grana, y su remate casi como el del Emperador, la capa de grana, las media y zapatos de color celeste, y la silla como la del mismo emperador, pero sin águilas, iba junto al Emperador en las públicas entradas y acompañamientos, y vivia dentro de su Palacio.

En balde, a pesar de lo mandado por la Princesa de que no se pensase en matar al pájaro verde, se soltaron contra él neblíes, sacres, gerifaltes y hasta águilas caudales, domesticadas y adiestradas en la cetrería. El pájaro verde no pareció ni vivo ni muerto. El deseo no cumplido de poseerle atormentaba a la Princesa y acrecentaba su mal humor. Aquella noche no pudo dormir.

Padre, más de tres largas centurias transcurrieron y seguimos libando la hiel del padecer; huyó el león rampante, ensangrentado el lomo, pero vinieron águilas voraces en tropel . Y nuestro pueblo llora, porque es pesado el yugo y protestar no puede, porque es débil su grey, porque los ancestrales todos ya sucumbieron sin dejarnos su aliento, sin legarnos su fe.

Palabra del Dia

amitié

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