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En el acto tercero, Tuzaní se ha deslizado de nuevo por las murallas de la fortificación, en que vive su amada; pero los enemigos han minado los peñascos, sobre los cuales está edificada la ciudad, y preparado la pólvora de las minas; una terrible explosión hace saltar las murallas, y deja entrar á los españoles en la ciudad.

Mendoza rechaza la propuesta con desprecio, pronunciando palabras injuriosas contra los moriscos, y Tuzaní, Valor y Malec, sintiéndose también lastimados por Mendoza, se alejan resueltos á promover la rebelión. En el acto segundo, tres años después del anterior, la rebelión ha estallado ya, y Don Juan de Austria es el encargado de sofocarla.

La escena siguiente nos muestra á la hija de Malec, desesperada por la ofensa inferida á su padre, aumentando aún más su pena el pensamiento de que su amante, Don Alvaro Tuzaní, la juzgará indigna de él á consecuencia de la mancha que ha recaído en su linaje. Aparece entonces Tuzaní, y solicita su mano para tomar á su cargo la venganza de su suegro.

Tuzaní se precipita por en medio de las llamas en la habitación de Clara; pero la encuentra moribunda, herida por la mano de un soldado. Sediento de venganza, corre al campamento cristiano; observa que un soldado tiene un collar, que reconoce como joya de su amada, deduciendo, de esta circunstancia, que este soldado es el asesino de Clara; por cuya razón lo mata.

Valor propone que la hija de Malec se case con Mendoza, y Tuzaní, para prevenirlo, corre á buscar á Mendoza y lo desafía; pero este combate es interrumpido, porque Valor y Zúñiga vienen á casa de Mendoza para hablarle del casamiento que ha de poner término á esta cuestión.

A los gritos del soldado acuden otros muchos, y Don Juan de Austria, Don Lope de Figueroa y otros capitanes españoles rodean al atrevido, que ha penetrado sólo en el campamento español para vengarse y matar al asesino de su amada; pero Tuzaní se abre paso con su espada, á pesar de la muchedumbre que lo rodea, y se pone en salvo en parajes inaccesibles de aquellas montañas.

Fernando Valor ha sido elegido Rey, y se ha casado con la bella Isabel Tuzaní; en su misma casa se celebran las bodas de Tuzaní y de Clara, cuando de repente anuncian los tambores la llegada del ejército cristiano. Valor envía á Malec y á Tuzaní á sus puestos, y el último promete á su esposa venir á verla todas las noches.