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De necesidad parece creer que al verse el hombre solo en el mundo, blanco inocente de la intemperie y de toda especie de carencias, trate de unir sus esfuerzos a los de su semejante para luchar contra sus enemigos, de los cuales el peor es la naturaleza entera; es decir, el que no puede evitar, el que por todas partes le rodea; que busque a su hermano que así se llaman los hombres unos a otros por burla sin duda, para pedirle su auxilio: de aquí podría deducirse que la sociedad es un cambio mutuo de servicios recíprocos.

La verdad era que las relaciones de Pedro con la mujer del pintor tomaban de día en día, merced a las facilidades del taller, un aire de intimidad que no entró en las previsiones de la vizcondesa y que comenzaba a preocuparla seriamente. Los recíprocos procederes de Pierrepont y Beatriz ofrecían ciertos síntomas acerca de los cuales nunca se engaña el fino olfato femenino.

Las repúblicas griegas, en quienes el instinto de la venganza era todavía más grande que el sentimiento de la justicia, que ignoraban los derechos de las minorías, como nosotros en la primera mitad del siglo pasado, y no llegaron a conocer ni la división, ni la limitación de los poderes, ni los grandes beneficios recíprocos de la benevolencia para los vencidos, condenados siempre al ostracismo y la conspiración, fueron asimismo el paraje en que el pensamiento humano pudo levantarse y desenvolverse con mayores holguras.

Siempre que la Capitana se hacia visible procuraba serlo yo, y cuando esto ocurría cambiábamos recíprocos cumplimientos, que solían terminar con un chiquirritín buyito, que ella me daba, y un negro y retorcido tabaco de Arroceros, que la daba yo.

Grave error, es todo lo contrario: nadie concurre a la reunión para prestarle servicios, sino para recibirlos de ella: es un fondo común donde acuden todos a sacar, y donde nadie deja, sino cuando sólo puede tomar en virtud de permuta. La sociedad es, pues, un cambio mutuo de perjuicios recíprocos.

Es que la se asemeja mas al ascua que á la llama, y mas arde mientras mas la combaten los vientos de la tribulacion. Dios por otra parte sigue alentando á sus fieles y correspondiéndoles amoroso con recíprocos testimonios. ¡Pero cuán tremendo para sus enemigos es el modo de atestiguar del Señor de los mundos!

Mauricio continuó: Si usted quiere que la semana que acaba de pasar se borre de nuestra vida, es preciso que emprendamos de nuevo la existencia tal como la habíamos arreglado el día de mi boda. La base de nuestra convenio era el perdón franco y sin reservas de los daños recíprocos y la concordia en la familia. ¿Está usted resuelta á firmar la paz en esas condiciones?