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En primer lugar, este baile se llamaba déligo, y no deligo; lo demuestra Lope de Vega en el siguiente pasaje del acto II de Los Locos de Valencia. «FEDRA. Bailemos, que estamos tristes. GERARDO. Creciendo va su porfía. LAIDA. Déligo, déligo, déligo.... GERARDO. ¿Qué es esto, sobrina mía? FLORA. Que déligo del andéligo

Haciendo breve a déligo y andéligo no constarían los versos en que están estos nombres. Véase además la nota 124 de Amezúa en su excelente edición crítica de El Casamiento engañoso y el Coloquio de los perros.

Del Diablo Cojuelo, entremetido espíritu infernal que da nombre y ser a la novela, trató el señor Bonilla en una breve nota. Mucho más merecía el que «trujo al mundo la zarabanda, el déligo y la chacona», y yo he de volver hoy por su negra honrilla, recordando la mucha familiaridad que nosotros los españoles hemos tenido con él.

Esos son demonios de mayores ocupaciones le respondió la voz : demonio más por menudo soy, aunque me meto en todo: yo soy las pulgas del infierno, la chisme , el enredo, la usura, la mohatra; yo truje al mundo la zarabanda , el déligo , la chacona , el bullicuzcuz , las cosquillas de la capona , el guiriguirigay, el zambapalo, la mariona, el avilipinti, el pollo, la carretería, el hermano Bartolo, el carcañal, el guineo, el colorín colorado ; yo inventé las pandorgas ; las jácaras , las papalatas , los comos , las mortecinas , los títeres , los volatines , los saltambancos , los maesecorales , y, al fin, yo me llamo el Diablo Cojuelo.