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Pero yo, por facilitar más el negocio y por no dejar de la mano tan buen hallazgo, le truje a mi casa, donde en poco más de mes y medio la tradujo toda, del mesmo modo que aquí se refiere.

-Eso no puede ser -replicó don Quijote-; que, por lo menos, ya me has dicho que la viste ahechando trigo, cuando me trujiste la respuesta de la carta que le envié contigo. -No se atenga a eso, señor -respondió Sancho-, porque le hago saber que también fue de oídas la vista y la respuesta que le truje; porque, así yo quién es la señora Dulcinea como dar un puño en el cielo.

Respondió Sancho: -Yo los gasté en pro de mi persona y de la de mi mujer, y de mis hijos, y ellos han sido causa de que mi mujer lleve en paciencia los caminos y carreras que he andado sirviendo a mi señor don Quijote; que si, al cabo de tanto tiempo, volviera sin blanca y sin el jumento a mi casa, negra ventura me esperaba; y si hay más que saber de , aquí estoy, que responderé al mismo rey en presona, y nadie tiene para qué meterse en si truje o no truje, si gasté o no gasté; que si los palos que me dieron en estos viajes se hubieran de pagar a dinero, aunque no se tasaran sino a cuatro maravedís cada uno, en otros cien escudos no había para pagarme la mitad; y cada uno meta la mano en su pecho, y no se ponga a juzgar lo blanco por negro y lo negro por blanco; que cada uno es como Dios le hizo, y aun peor muchas veces.

En resolución, dándome cuatrocientos escudos de oro y abrazando a mi mujer con tiernas lágrimas, se partió, dejándonos admirados de su discreción, valor, hermosura y recato. Costanza se crió en el aldea dos años y luego la truje conmigo, y siempre la he traído en hábito de labradora, como su madre me lo dejó mandado.

15 Nací como nace el peje En el fondo de la mar; Naides me puede quitar Aquello que Dios me dio Lo que al mundo truje yo Del mundo lo he de llevar. 16 Mi gloria es vivir tan libre Como el pájaro del cielo: No hago nido en este suelo Ande hay tanto que sufrir, Y naides me ha de seguir Cuando yo remuento el vuelo.

778 Cuando el viejo cayó enfermo, viendo yo que se empioraba y que esperanza no daba de mejorarse siquiera, le truje una culandrera a ver si lo mejoraba. 779 No cuanto lo vió, me dijo: "Este no aguanta el sogazo: muy poco le doy de plazo; nos van ha dar un epetáculo, porque debajo del brazo le ha salido un tabernáculo."