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La parte baja y central contiene un bazar de curiosidades para vender á los visitantes, donde hay conciertos permanentes, cosmoramas y otras diversiones instructivas.

Los hermanos de Maud acababan de entrar y estaban desarticulando los hombros de los visitantes de su padre á fuerza de hercúleos apretones de manos. Tragomer y Marenval aprovecharon la confusión para desaparecer. Al pasar oyeron á miss Maud que decía á Jacobo, sentado á su lado: Su madre de usted y su hermana no deben vivir esperando el resultado definitivo de esta empresa... Quisiera conocerlas.

El extraño aspecto de aquella vieja mansión y sus muchas históricas tradiciones produjeron en algunos recelos, según parece, pues me encontré pensando en robos, ladrones y visitantes nocturnos. Otra vez me puse a escuchar con toda atención. ¡Quizá no era más que un sirviente, después de todo!

El jardin Zoológico tiene el triple ínteres del arte en la distribucion, la hermosura vegetal y el movimiento animal que revela la vida de las innumerables familias sometidas al poder ó al servicio del hombre. La concurrencia de visitantes es siempre muy considerable, y los grupos movibles y variados a que ella da lugar aumentan el ínteres de la escena.

Los toros pacían por allí de una manera perfectamente bucólica, dejándose acariciar de los vaqueros y de los visitantes. ¿Y éstas son las fieras? dije yo. ¡Hombre! me contestaron . ¿Qué quiere usted que hagan aquí? Ya las verá usted en la plaza...

La avalancha de visitantes se había fraccionado para tomar los cuatro caminos en espiral arrollados á las patas de la mesa. Gillespie vió surgir por los escotillones á muchos servidores suyos, hombres y mujeres, que se colocaron en uno de los lados de la planicie de madera, esperando órdenes.

El señor Chantre es una de las personas más buenas, más afables y más instruídas que hemos tratado nunca, y nos obsequió y agasajó como hombre bien nacido de los buenos tiempos de la hidalguía española, quedando por nosotros, y no por él, si de visitantes no nos convertimos en comensales, y hasta en huéspedes de su pacífica morada.

Era sábado, dia en que los visitantes pertenecen á la buena sociedad, porque se da en el palacio un gran concierto y la entrada cuesta el doble de los demás dias de la semana. La concurrencia era muy numerosa, y el vastísimo salón de los conciertos particulares estaba colmado.

Pero, enfermo o no, la verdad es que no llegó a visitarle médico, don Bernardino no quiso recibir a nadie y así se dió la consigna terminante: era una casa aquella en que a cada minuto estaba alguno colgado de la campanilla, y los visitantes no faltaron en estos dos días, pero nadie logró ver al conspicuo personaje de la situación.

Allá abajo la gente entra, como las abejas en el colmenar: por los pies de la torre suben y bajan, por la escalera de caracol, por los ascensores inclinados, dos mil visitantes a la vez; los hombres, como gusanos, hormiguean entre las mallas de hierro; el cielo se ve por entre el tejido como en grandes triángulos azules de cabeza cortada, de picos agudos.