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Actualizado: 19 de mayo de 2025
A las seis de la noche llegò el indio que fuè al Rio Negro llevar la noticia de mi entrada en el Colorado, al Señor D. Francisco de Viedma, con la deseada respuesta de haberla recibido dicho Señor, y todos en general se les dió de comer y aguardiente.
En los veintidos años que permanecieron en sus curatos, «los efectos,» como dice Viedma , «fueron muy contrarios á las esperanzas de conservar y aun adelantar aquellas misiones, pues en el tiempo que gobernaron los pueblos sus curas, vinieron á quedar un triste esqueleto de lo que habian sido.
Esta mañana se les diò de comer á los indios, y le entregué al que trajo la carta otras, para que llevase al Rio Negro al Señor D. Francisco de Viedma, d ndole noticia de mi arribo: asi para que hiciesen esta diligencia como por la buena armonía, fueron todos regalados con aguardiente, porotos, bizcocho, harina y abalorios, y las doce del dia se pusieron en camino para sus toldos, y el que llevaba la carta dice que en derechura pasará al Rio Negro entregarla.
Sucedió, pues, que faltando poco por venir el alba, llegó a los oídos de las damas una voz tan entonada y tan buena, que les obligó a que todas le prestasen atento oído, especialmente Dorotea, que despierta estaba, a cuyo lado dormía doña Clara de Viedma, que ansí se llamaba la hija del oidor.
No pudimos salir la barra hasta esta dia, sin embargo de haberse largado para este fin el dia 28 del antecedente mes, lo que hicimos por 13 palmos de agua, y con felicidad llegamos el dia 18, donde hallamos la noticia de haber D. Juan de la Piedra seguido viage á Buenos Aires, y que se hallaba comandando aquel establecimiento D. Francisco de Viedma.
El reconocimiento que en Marzo de 1780 hicieron los pilotos de la expedicion que salió al mando de D. Antonio Viedma, para establecer en San Julian, solo reconocieron con la lancha del paquebot San Sebastian, unas 40 leguas por la banda del norte, tirando al oeste de dicho golfo.
Antes de llegar á la Bahia sin Fondo, donde debia recalar la expedicion, estalló la discordia entre el Superintendente y D. Francisco de Viedma, que desde entonces aspiraba á suplantarle: en una correspondencia secreta que este último mantenia con el Virey, le indujo á desaprobar el primer establecimiento que, segun las instrucciones, Piedra habia fundado en la península de San José; y con igual injusticia se residenció á Villarino que habia vuelto á Buenos Aires á dar cuenta de sus reconocimientos.
Viedma, cuya imparcialidad era conocida, hablando de los Jesuitas, escribia en 1787 . «Estos religiosos, á impulsos de una fina política y dedicada aplicacion, consiguieron poner aquellos pueblos en el mayor estado de prosperidad, con los frutos de sus fértiles terrenos cultivados por los indios, é industriosas manufacturas que les fueron enseñando para el beneficio de ellos con maestros hábiles.
Parece que el Superintendente Viedma no quedó satisfecho con este reconocimiento, puesto que obligó Villarino á volver otras tres veces al Colorado: la primera en 1780, la segunda en 1781, y la última en 1785. El diario que publicamos corresponde al segundo de estos nuevos viages, y lo hemos preferido por ser el mas completo, sin que sean de desdeñarse algunos apuntes contenidos en los inéditos.
Palabra del Dia
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