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Actualizado: 6 de junio de 2025
»Vas a cambiar de género de vida, de hábitos y costumbres, hasta de ambiente respirable, que no son iguales las auras puras de estos campos cercanos, al aire viciado de la ciudad. Aquí, por más que haya doblez y engaño, no son la maldad tan refinada ni la hipocresía tan astuta; allí la cortesanía hace el daño más hondo y más disimulada la torpeza.
Demostró que no era tan prudente ni tan sagaz como dicen, cuando no conociendo que vos representábais vuestro papel de Estado, os hacíais señor del príncipe su hijo, os lo repito; vos tuvísteis la fortuna de dar con un príncipe imbécil, y yo... el actual príncipe de Asturias, está viciado precozmente por la pasión á la mujer, que hará de él un rey á quien será imposible servir, contentar sin humillarse, sin manchar la dignidad. ¿Creéis que yo he traído al niño príncipe al regazo de esa mujer?
Del espíritu del cristianismo nace, efectivamente, el sentimiento de igualdad, viciado por cierto ascético menosprecio de la selección espiritual y la cultura. De la herencia de las civilizaciones clásicas nacen el sentido del orden, de la jerarquía y el respeto religioso del genio, viciados por cierto aristocrático desdén de los humildes y los débiles.
Cuando la Reforma se levantó contra la Iglesia católica, el clero secular y regular, aun en la misma Roma, estaba corrompido y viciado y hasta lleno de descreimiento: «sólo el Orden de los jesuítas, añade nuestro historiador, pudo mostrar muchos hombres no inferiores en sinceridad, constancia, valor y austeridad de vida á los apóstoles de la Reforma». A los jesuítas, pues, á su poder persuasivo y al influjo de su palabra, se debió en gran parte la restauración y reverdecimiento en el seno de la Iglesia católica de aquel hondo sentir religioso y de aquella «extraña energía que eleva á los hombres sobre el amor del deleite y el miedo de la pena; que transforma el sacrificio en gloria y que trueca la muerte en principio de más alta y dichosa vida».
Aquí parece faltar una octava en que Sancho refiriera el "caso tan atroz, enorme y feo", que le había ocurrido y que D. Tello debía haber ignorado a aquellas horas de no haber sido él su autor. En general, este pasaje en octavas debe estar bastante viciado. dijo de sí, dijo sí. "Boca que dice de no, dice de sí." Refrán en el Comendador Griego, cit. por Cuervo.
Las viviendas, en aquella segunda capa, eran más estrechas y miserables que en la primera; el revoco se caía a pedazos, y los rasguños trazados con un clavo en las paredes parecían hechos con más saña, los versos escritos con lápiz en algunas puertas más necios y groseros, las maderas más despintadas y roñosas, el aire más viciado, el vaho que salía por puertas y ventanas más espeso y repugnante.
Palabra del Dia
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