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Actualizado: 25 de mayo de 2025
Era un edificio antiguo y extraño, parecido a esas viejas casas de portazgo que se ven en los grabados de la antigüedad, sólo que le faltaba la vieja barra de hierro. Sin embargo, se conservaban todavía los postes del portón, y como durante la noche había caído una sábana de nieve, el aspecto que presentaba el paraje, era verdaderamente invernal y pintoresco.
Y esta mujer, amigo, le penetraba a uno... amigo, le enloquecía... verdaderamente le condenaba el alma con su maldita fascinación. Un día le dije: Celeste, ¿cómo demonio se te hizo esa maldita cicatriz? A lo que me contestó: Roberto, a ningún blanco más que a usted lo contaría; esta cicatriz me la hice yo con toda intención, me la hice yo misma, a fe.
Procuraba conservar la neutralidad, pero se echaba de ver que D. Peregrín llevaba la peor parte. Explicábale éste, con el tono de suficiencia que le caracterizaba, algunos pormenores interesantes de la industria pirotécnica y citaba algunos fuegos que había visto, en su época de covachuelista, verdaderamente asombrosos.
Pero cuando posteriormente se han visto en todos los países elevarse muchos a alturas desmesuradas y mantenerse mas o menos tiempo en ellas, no se concibe nuestra casi total ausencia de hombres-globos que se elevan verdaderamente, sino atribuyéndolo a desgracia del país mismo.
¿Verdaderamente? dijo el conde haciéndose el asombrado como si no hubiera visto con sus propios ojos el letrero pegado al cristal del Correo: =LECCIONES DE PIANO DE INGL
Olvidaba decirte que el contrincante de mi madre es uno de mis parientes lejanos, el viejo conde de Seligny, que con tanta distinción sirvió en nuestro ejército. Este hombre verdaderamente venerable me ha demostrado un interés casi paternal del cual me siento orgulloso.
¡Ah! Mauricio, hemos sido muy atrevidos ocultando la verdad á mi tía ...¡Acaso hubiera sido mejor decírselo todo! ¿Para que un cuarto de hora después me hubiera puesto en la puerta y me hubiera impedido volverte á ver? Es posible que yo la hubiera enternecido con mis súplicas y mis lágrimas. Me quiere verdaderamente y hubiera dudado antes de causarme tanta pena....
Pero es verdaderamente curioso que los espíritus timoratos y débiles son precisamente los menos capaces de guardar un secreto. Parece natural que el temor a comprometerse debía hacerlos más reservados. La psicología humana es tan complicada, que ocurre justamente lo contrario. Un espíritu fuerte, resuelto, exento de temores, guarda mejor un secreto que un espíritu pusilánime y medroso.
Apenas, pues, se encuentran entre esos dramas composiciones verdaderamente históricas, excepto aquéllas que, como El sitio de Breda, desenvuelven un argumento contemporáneo del poeta.
La asociación benéfica a que pertenecía no se acomodaba al ánimo emprendedor de Guillermina, pues quería ella picar más alto, intentando cosas verdaderamente difíciles y tenidas por imposibles. Sus talentos de fundadora se revelaron entonces, asustando a todo aquel señorío que no sabía salir de ciertas rutinas.
Palabra del Dia
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