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Actualizado: 5 de junio de 2025


Hubo de ser asimismo hábil y discreto cortesano, porque privó con el rey moro de entonces, de la dinastía de los Almohades, y alcanzó tal valimiento, que pudo favorecer, aupar y llamar con buenos empleos a aquella brillante corte a no pocos otros sabios y literatos.

Una sociedad cuyos miembros esperan todo del favoritismo, desconoce la emulación; cuando el individuo encuentra un medio tan sencillo como el ofrecido en las novenas para conseguir lo que desea, siguiendo la ley del menor esfuerzo, no recurre a ejercitar ninguna actividad noble y no puede, por lo tanto, perfeccionar sus facultades ni siquiera usarlas; un individuo que espera lograr lo absurdo, lo inverosímil, no puede conocer la existencia de las leyes inmutables que rigen el universo; un individuo que espera conseguir lo que quiere por medio del valimiento de un patrón celestial, ni puede concebir un Dios de justicia, ni puede de ninguna manera ser un miembro útil a la sociedad.

El humilde empleado que pasó la vida a salto de mata, de oficina en oficina, de centro en centro, sin apoyo ni valimiento, había logrado adquirir tales hábitos de orden y economía, que iba a serle posible dar carrera a este hijo, y dársela a su gusto, no como se la dieron al otro.

Segura estáis, y con razón, de que nada puedo contra vos. En efecto; yo que si algo intentara, sería vencido. Pobre, sin recursos, sin valimiento, ¿qué podría contra la justicia, que sólo defiende a los poderosos? Pero mi hija me pertenece, y si hoy no está en mi poder, os aseguro que lo estará mañana. Entretanto guardaos vuestro dineroNo decía más.

Durante mi corta comisión alcancé a conocer, con sólo verlos caminar, a los vagos que pasan la vida en las antesalas, buscando empleo; a los imaginativos que se creen en posesión de los puestos que anhelan porque han llevado al ministro una carta de cualquiera que se les antoja de valimiento , a los pichuleadores , a los amigos de confianza de los escribientes y auxiliares, a los de otros que vuelan más alto, a los comisionistas, a los noticieros de los diarios, a las señoras honestas que buscan pensión y a las más interesantes aun que gestionan asuntos por cuenta ajena; fueron las que estudié y observé con más detenimiento, porque eran las que abundaban y las que constantemente tenía ante los ojos.

Un obispo y un ecónomo fueron los protectores, merced a cuyo valimiento pudo actuar en una parroquia, no sin que algunos capellanes se disgustaran, temerosos de que, a la larga, les quitara el pan: otros, en cambio, por simpatía, o conocedores de lo mucho que podía quien le recomendaba, hicieron buenas migas con él, y uno de éstos, viejo achacoso, que tenía fama de avaro, le cedía frecuentemente su puesto en ocasiones lucrativas.

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