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Actualizado: 31 de mayo de 2025
En la historia universal, desde Troya hasta ahora, el amor ha jugado un papel importantísimo, usurpando con frecuencia su lugar a la majestad de la lógica para llevar por el mundo el soplo de la locura. Los investigadores e intérpretes de la historia antigua y moderna debían atenerse siempre al popular aforismo francés: «Cherchez la femme».
Pero la verdadera casamentera no es la que ejerce este género de gestiones pedidas, sino aquella que, sin pedírselo nadie, se pone a concertar bodas y a tramar enlaces, usurpando su papel al azar o a los designios providenciales que rigen el nacimiento del amor en nuestro espíritu. Porque el amor, como el rayo, surge de una manera instantánea y fulminante, cuando menos lo pensamos.
De este marqués de Heliche dice Bances Candamo en un manuscrito suyo sobre el teatro español: «Fué el primero que mandó delinear mutaciones y fingir máquinas y apariencias, cosa que, siendo Mayordomo mayor el Señor Condestable de Castilla, ha llegado á tal punto, que la vista se pasma en los theatros, usurpando el arte todo el imperio á la naturaleza.
Hasta hay jóvenes que escriben, usurpando la pluma a las mujeres. Esto indigna á nuestros venerables personajes del tiempo de la Verdadera Revolución que aún no han muerto, los cuales son partidarios del método antiguo y proclaman la necesidad de que el hombre, para ser virtuoso, debe vivir metido en su casa y no saber leer.
Hallábame entonces las provincias inmediatas de Lampa, Azangaro y Carabaya envueltas en dolorosa confusion, por los desórdenes, robos y muertes, que cometian en ellas los comisionados de José Gabriel Tupac-Amaru, tratándolas con inaudita crueldad, y valiéndose de cuantos medios les dictaba su tirania para engrosar su partido, no solo reclutando los indios, sino tambien recogiendo ganados para su subsistencia, y usurpando los reales tributos, como lo egecutaba de su órden D. Blas Pacoricona, cacique del pueblo de Calapuja, á fin de reforzar el ejército del tirano que se hallaba sobre la ciudad del Cuzco.
Ni faltaba por desgracia quien hubiese allanado el camino para la maligna obra, acostumbrando á los califas á menospreciar los fueros de la gente dominada; porque un jóven francés renegado, diácono que habia sido del palacio de Ludovico Pio, y que usurpando el nombre de Eleázaro profesaba ahora la religion judáica, casado con una hebrea, habia venido á Córdoba pocos años antes, tomando con astucia el cíngulo militar para introducirse mejor en la corte de los sarracenos, y habia logrado concitar de tal manera contra los cristianos el ánimo del califa y de sus wazires ó ministros, que á no acudir pronto al remedio los afligidos mozárabes, suplicando con lágrimas al rey Cárlos de Francia que reclamase la persona del apóstata , todos hubieran sido compelidos á hacerse judíos ó mahometanos bajo pena de la vida.
Yo me confieso, señor, que sin enmienda a los pasados yerros cobré a vuestra orden los cien ducados en Gante del burgués Guillelmo Goffren: confiésome asimismo que sin mandato, ni contraseña de maese de campo, ni otro superior, con más arrojo que discreción los puse a lidiar, usurpando el título que no tenía de señor de ellos, en aquel negro negociado de palo y pinta.
Y como don Braulio no había hecho nada para obtener el premio, casi se persuadía de que le estaba usurpando, de que era un detentador miserable. Doña Beatriz, en tanto, tenía encantados a todos los hombres de la tertulia de su amiga. Su alegría era comunicativa; su charla, deleitosa.
Palabra del Dia
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