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Y tembló: formidable en su memoria se alzó horrible, cual lúgubre agonía, cual tremenda vision expiatoria, la infinita amargura de su historia, dolor tras de dolor, dia por dia. ¿Dónde estaban los lauros triunfadores que arrancó de las lides su pujanza? ¿Dónde sus horas plácidas de amores? ¿Dónde las tiernas, las fragantes flores, sér de su sér y luz de su esperanza?

En verdad que la Audiencia tenía por entonces mucho grave de que ocuparse con los disturbios que promovía en Chile el gobernador Meneses y con la tremenda y vasta conspiración del Inca Bohorques, descubierta en Lima casi al estallar, y que condujo al caudillo y sus tenientes al cadalso.

No se oía un rumor, pero de dentro de las piezas me seguía la tremenda angustia de mamá y mi mujer que esperaban el estampido. El perro se había ido. ¡Federico! exclamó mamá al sentirme volver por fin. ¿Se fué el perro? Creo que ; no lo veo. Me parece haber oído un trote cuando salí.

La madre de Nicolasa había sido tremenda, dominante, feroz: una Doña Blanca á lo rústico; mientras que Juana, la segunda mujer del tío Gorico, era la propia dulzura, sometida siempre á su marido, quien á su vez no hacía más que lo que á Nicolasa se le ocurría. Nicolasa lo podía y mandaba todo en casa de su padre, menos impedir que el tío Gorico dejase de beber bebida blanca.

Instáronme todos para que hablase, mostrándoles que mi razón, como mi cuerpo, se había repuesto de la tremenda crisis. También acudió con cariñosa solicitud a darme alimento la ejemplar D.ª Gregoria, y tomado aquél ávidamente por me sentí muy bien. ¿Había resucitado o había nacido en aquella noche?

«Y por sisona afirmó la Casiana, recalcando con saña el término . Habéis de saber que ha sido una sisona tremenda, y por ese vicio se ve ahora como se ve, teniendo que pedir para una rosca. De todas las casas en que estuvo la echaron por ser tan larga de uñas, y si ella hubiá tenido conduta, no le faltarían casas buenas en que acabar tranquila...

Al reparar en aquellos dos blasones, una sospecha tremenda asaltó la imaginación de Juan Montiño: ¿Sería la tapada que se amparó de la reina?

Aquí tornó el rector a alzar la mano, como si fuese a descargar el rayo vengador de la justicia, y concluyó con tremenda severidad: ...yéndose al campo también.

No le falta elevación ni fuego; el odio contra los enemigos de la fe católica está expresado con tremenda energía; encierra bellezas aisladas, así líricas como épicas, en número no escaso; pero los sucesos de la guerra están enlazados entre , sin formar un plan regular, y sin constituir, por tanto, un drama verdadero.

» Mi hijo insistió con voz tremenda el espectro no tiene obligación de saber esas cosas, ni sus padres la tienen tampoco: lo que saben los padres y el hijo, porque son bautizados y no han renegado nunca de serlo, es que hay que bajar la cabeza cuando pasan las iras del cielo, como pasan ahora para castigo de usted. Quien la hizo, que la pague.