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Arrepentido de la condescendencia, Doria hizo en la Real señales de levar pasada la media noche: había ocurrido una mudanza en el viento que trastornaba todos los supuestos. De Sur que empujaba el viaje hacia Malta, había saltado al NE., justamente por la proa. En tierra habló el Duque con D. Álvaro de Sande, imponiéndole de lo ocurrido y de su propósito de embarcar por la madrugada.

Eran éstas a modo de graciosas lagartijas, de donosos movimientos, grandes ojos, una delgadez algo subida de color y una diabólica movilidad que trastornaba a los hombres.

Pero Gallardo y don José, que fumaban al otro lado de la mesa, con la copa de coñac al alcance de la mano, tenían ganas de hacer hablar al Nacional para reírse de sus ideas, y le azuzaban insultando a don Joselito: un embustero que trastornaba a los ignorantes como él.

Las Conjunciones andaban por todos lados metiendo bulla; y una de ellas especialmente, llamada que, era el mismo enemigo y á todos los tenía revueltos y alborotados, porque indisponía á un señor Sustantivo con un señor Verbo, y á veces trastornaba lo que éste decía, variando completamente el sentido.

Su fisonomía fué reflejando las distintas fases de una gran revolución interior. Primeramente mostró asombro, como si presenciase un hecho inaudito que trastornaba todas las reglas consagradas; luego, indignación; y, finalmente, rencor. Al día siguiente tendría que pagar este destrozo estúpido... ¡Y ella que se imaginaba haber encontrado un alma de héroe, digna de la suya!...

Esta hora no trastornaba sus planes. Aparecieron don Carmelo y el primer oficial con cierto apresuramiento, como si deseasen finalizar cuanto antes el lúgubre deber para irse a dormir. Cuando ustés gusten, cabayeros dijo el de la comisaría. Despertó don José con nervioso sobresalto, y bajaron todos a la explanada de proa.

¡Justicia clamaba , justicia! ¡Justicia al pueblo... favor, madre mía del Amparo! ¡Virgen de la Guardia!, ¿pero cómo consientes esto? ¡La palabra, la palabra, la palaaaabra... los derechos que... matar a los oficiales, a los oficia!... Un principio de fiebre y delirio se traslucía en la incoherencia de sus palabras. Su cabeza se trastornaba y aguda jaqueca le atarazaba las sienes.

Este ángel era una mujer descendiente de los nombrados, tía-tatarabuela de Pablo, llamada doña Inés de Targes y Cabeza de Vaca, dama admirable que trastornaba los afeminados corazones de los palaciegos de Carlos IV y María Luisa.