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Actualizado: 21 de septiembre de 2025


Y cuando el buen hombre vació delante de ella su saco de telegramas, le echó una mirada de agradecimiento y le dijo: ¡Gracias! En seguida se puso valientemente a la tarea. Fiel a las tradiciones de las nobles castellanas, cuyos usos y costumbres hubiera hecho revivir de buena gana, la de Candore recibía todos los domingos al cura y al notario, comensales obligados del castillo.

Los padres y fundadores de la República, el hombre de Estado, el sacerdote y el militar, creían de su deber revestirse en esta oportunidad de toda la pompa y aparato majestuoso que, de acuerdo con las antiguas tradiciones, se consideraba el adminículo indispensable de la eminencia pública ó social.

Si hemos de juzgar por el estado presente y por las tradiciones populares, la provincia de Caupolican parece haber sido en todos tiempos habitada por tres naciones diferentes: los Quichuas, los Apolistas y los Tacanas.

Puede decirse que es una casa en miniatura, un pequeño modelo de vivienda construido por un artista enamorado del estilo de renacimiento, que bien merecía ser copiado por el inteligente y entusiasta arquitecto de esta ciudad don Aníbal González, restaurador de las buenas tradiciones del genuino arte sevillano.

Si hemos de dar crédito á las tradiciones, la nacion canichana habitaba en las riberas del Mamoré, muy cerca de los raudales que dan orígen al rio Machupo, y tambien sobre el curso de este mismo, estendiéndose hasta el lugar donde hoy se encuentra la mision de San-Joaquin.

Aquí, casi bajo mis plantas, la ciudad romana y gótica, triste, sucia, sombría, en laberinto inexplicable, pero llena de misterio, de tradiciones y monumentos típicos.

Sólo los hombres holgazanes y vanidosos que quieren mantener las tradiciones de sus antepasados para distraer su ociosidad, han hecho de la caza la principal ocupación de su vida.

Por una parte, el soldado licenciado, suponiendo que vuelva sano y cabal, trae los hábitos de mando altivo ú de obediencia servil, las tradiciones de la taberna militar, las costumbres y el lenguaje libre de los cuarteles y campamentos, el desprecio por el trabajo pacífico y la tendencia á la holgazanería y las querellas ruidosas.

Al fin resonó el himno nacional de los Ingleses, esa invocacion cotidiana que hace un pueblo á su reina, representante de su gloria, sus derechos y sus tradiciones, en todos los mares y en todos los rincones del globo.

Filipinas por su situación, sus tradiciones, sus costumbres, su falta de necesidades, su desconocimiento de lo supérfluo, yacía hasta hace pocos años en perfecto quietismo.

Palabra del Dia

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