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Actualizado: 19 de junio de 2025
Vista así la nave del Estado, diríase que de tortuga se convertía en cangrejo cada vez que un peligro se acercaba. Pero, capitan, ¿por qué sus estúpidos timoneles se van por ese lado? preguntaba muy indignada la señora. Porque allí es muy bajo, señora, contestaba el capitan con mucha pausa y guiñando lentamente el ojo.
Cuando estuvo a punto, el piloto rompió la concha a hachazos y extrajo la carne, que dió de comer a sus compañeros. No hay que decir que todos ellos hicieron honor al asado, después de veinte horas de ayuno. Se comieron la mitad de la tortuga, reservando para otra comida la otra mitad.
85 Y el indio es como tortuga de duro para espichar; si lo llega a destripar ni siquiera se le encoge; luego sus tripas recoge, y se agacha a disparar. 86 Hacían el robo a su gusto y después se iban de arriba; se llevaban las cautivas, y nos contaban que a veces les descarnaban los pieses, a las pobrecitas, vivas.
El día siguiente, que era viernes, no hallamos qué comer, y el sábado, por providencia de Dios, cogimos alguna caza y una tortuga para el Padre. Al fin quiso Dios consolarnos, descubriéndose el camino tan deseado de los Chiquitos.
Por fin llegó el coche destartalado, sucio, a paso de tortuga. ¡Al Vivero, a escape! gritó don Fermín dejándose caer como un plomo sobre el asiento duro que crujió.
Así encontraremos el hogar propio más agradable que los salones y las tertulias. Fidias, que además de un escultor excelso, era un espíritu filosófico, hizo una vez la estatua de Venus sobre una tortuga, queriendo indicar a las mujeres de su pueblo que debían ser lentas para salir de casa.
¿Qué tal? preguntó la Marquesa entre dientes, más con el gesto que con los labios. Y su esposo contestó con una inclinación de cabeza que quería decir: ¡Perfectamente! y en tanto se servía un buen plato de sopa de tortuga. El Marqués ya no tenía las sardinas en el cuerpo. Otro misterio como el de Balmes en el techo.
Entre tanto, Modesto, sin parientes ni protectores en la corte, sin miras ambiciosas, sin disposiciones para la intriga, hizo su carrera a paso de tortuga, hasta que en la época del sitio de Gaeta, en 1805, su regimiento recibió orden de juntarse como auxiliar con las tropas de Napoleón.
Palabra del Dia
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