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Actualizado: 1 de julio de 2025


Ya se había alejado el guardia, luego de hacerle unas cosquillas en el ombligo, cuando todavía guardaba su actitud de hombre temible. Después corrió hacia el grupo de mozas, para ufanarse del peligro que acababa de arrostrar. Afortunadamente, el cuchillo del abuelo estaba en casa, bien guardado por su padre en un lugar que él desconocía. «Si llego a traerlo, me lo quitan

El juez se hace obedecer por su reputación de audacia temible, su autoridad, su juicio sin formas, su sentencia, un yo lo mando y sus castigos inventados por él mismo.

«Todo se puede echar a perder ahora», había pensado don Álvaro. «La devoción sería un rival más temible que Cármenes; el Magistral un cancerbero más respetable que don Víctor Quintanar, mi buen amigo». No había más remedio que jugar el todo por el todo. Había llegado la época de la recolección: ¿serían calabazas?

«No vendrá se dijo . ¡Qué disparate! ¿Cómo puede ese hombre haber creído una promesa tan absurda?...» Después de las noticias que habían circulado por el pueblo, no se atrevería á volver. Además, aquel bárbaro resultaba temible á campo raso; pero con tener ella bien cerradas las ventanas y puertas de la casa, se libraría de su presencia.

Tenía bastante correa, y además un ingenio vivo y sutil que recogía admirablemente el ridículo y sabía dar en rostro con él a sus contrarios. La mayor parte de las veces los que iban a «tomarle el pelo» salían muy bien trasquilados. Los años, la práctica, le habían adiestrado de tal modo en el pugilato de frases incisivas que realmente era temible. Tenía la intención de un miura.

Era el escritorio; el paraje más temible y peligroso de la comarca. Decía Paco Ruiz á sus amigotes del café que prefería ir á medianoche al cementerio á llegarse á las doce del día al escritorio de D. Marcelino.

El único rival temible para D. Santos era el conde de Onís; pero éste ya estaba descartado. Su carácter excéntrico, su misticismo y las extrañas manías en que daba con frecuencia, habían concluido por aburrir a la muchacha... Con estos argumentos y un formidable pisotón de inteligencia que Paco le dio, el Jubilado entró en razón y se puso de parte de ellos.

Y esto la llevó a hablar del otro hermano, «el gaucho», como ella le llamaba, que vivía en la Argentina, y era el único hombre capaz de inspirarla miedo. La amenazaba el hermano menor frecuentemente con revelar al otro todas las aventuras de Berlín y las travesuras del viaje apenas hubiesen llegado a Buenos Aires. ¡Y «el gaucho» era temible!

Mientras los oradores se limitaron á pronunciar elocuentes arengas en nombre de los más sublimes principios todo marchó bien; pero cuando la asamblea tuvo que hacer algo práctico, su trabajo resultó infructuoso y tan temible como el de los gobernantes guiados por la ambición.

Ojeda vio a Maltrana venir hacia él sonriente y amistoso como si le faltara tiempo para comunicarle gratas noticias. Lo de la familia Kasper queda resuelto. Nélida acaba de presentarme a su temible hermano... En cuanto al camarote misterioso, ya no tiene misterio... Hace un rato he estado hablando con «el hombre lúgubre».

Palabra del Dia

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