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Actualizado: 28 de mayo de 2025
Madrid, Febrero de 1650.» . Palomino dice que «cumpliendo con la puntualidad con que siempre obedeció las órdenes de Su Majestad, y aunque combatido de grandes borrascas llegó al puerto de Barcelona por el mes de Junio de 1651»; de lo cual se desprende que aun tardó dieciséis meses en volver a España.
Así que me hube sentado apareció Eduardito, que también tomó asiento, o por mejor decir, se dejó caer exánime en la silla al lado de nosotros. La comida principió silenciosa, pero no tardó en animarse generalizándose la conversación; y ¡caso extraño! a pesar de tanto andaluz como allí había, el que llevaba la voz cantante era el catalán.
Allí, con su enorme muñeca entre las rodillas y sentada en el suelo, parecía hablarle y no tardó Lady Clara en comprender que reproducía la entrevista ocurrida hacía unos instantes. Reprendió severamente a la muñeca, preguntándole sobre la duración de su estancia en la casa y acerca de la medición de los días y las semanas.
Belarmino despertó de su meditación para besar y abrazar a su hija, silenciosamente, con ahinco y ternura, todavía más exagerados que de ordinario. Se le humedecieron los ojos. En la tienda reinaba total tiniebla. ¿Enciendo luz? preguntó el aprendiz pelirrojo. Belarmino tardó en responder; le faltaba la voz. No hace falta. Ahorraremos en luz.
El Asistente, que lo era á la sazón el conde de Peñaranda, puede decirse que en aquellos difíciles momentos no estuvo ni tardo, ni desacertado en sus medidas, así como los tenientes y el alguacil mayor que le secundaron.
No tardó en llegar Velázquez, quien se sintió tan sorprendido como alegre de encontrar sola á Paca, y más cuando se enteró de que Soledad había ido á casa de una vecina que estaba de parto y tardaría en volver. No la quiso ver mejor el irresistible jaquetón.
Afecté no advertirlo y, envolviéndome en una nube de humo, comencé a hacerle preguntas con fingida indiferencia. D. Sabino estaba con tantas ganas de servirme, que se pasó de amable. También daba feroces chupetones al cigarro para disimular su turbación, que no tardó en desaparecer. Me enteró de todo lo que quise y no quise saber.
No tardó Pedro en llegar con una muy bastante cantidad de hierba entre los brazos, y así que la dejó en el suelo, ordenóle su señor que colgase el zorro por las patas traseras de la rama más baja de uno de los árboles. La condesa, mientras se practicaba esta operación, alejóse velozmente del grupo y se perdió pronto de vista entre los árboles.
Pablo no tardó más que algunas horas en el pueblo, cambió su traje militar por el del labrador montañés, compró algunas provisiones e instrumentos de labranza, y partió a su montaña sin ver a nadie, ni a Carmen, ni a mí.
Si pudiera esperar a Ballester; pero no, no me da tiempo... No, hija, no hay que apurarse. Voy por el tintero y no tardó cinco minutos en volver, y al entrar de nuevo en la alcoba, vio que Fortunata se había incorporado en su cama con el chiquillo en brazos, y que después, entre ella y Encarnación, le ponían bien abrigadito en su cuna de mimbres, la cual venía a ser como un canasto.
Palabra del Dia
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