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No diré nada, pues corre en manos de todo el mundo, de su famoso discurso sobre el modo de combinar las tes y las des en el metro de Arte Mayor, el cual le alzara á los cuernos de la luna, si antes, para gloria de España y enaltecimiento de propio, no hubiera escrito y dado á la estampa la nunca bastante encarecida Oda á la invención de la pólvora, en que llamaba á este producto químico atmósfera flamínea.

Para Edwin Gillespie la única realidad era miss Margaret, y los días que no la veía, aunque sólo fuese por unos momentos, se imaginaba que el cielo era otro y que se desarrollaban en su inmensidad tremendos cataclismos de los que no podían enterarse los demás mortales. Toda una primavera se encontraron en los tés de los hoteles elegantes de Nueva York.

Todo cuanto han podido inventar las artes del embellecimiento femenil se reunía en su persona, sometida á los más exquisitos cuidados. Había vivido siempre para ella. Sólo desde algunos meses antes abdicó en parte este dulce egoísmo, sacrificando reuniones, tés y visitas, para dedicar á Desnoyers las horas de la tarde.

He tomado te con scones, y con mufirs, y con pan y manteca, y con toda clase de bocadillos, pero no recuerdo haber tomado nunca te con hache. Allí no hay más te con hache que el The Thimes. Los otros tes, como no lleven la hache dentro de algún bocadillo, se toman siempre sin ella, y, muchas veces, también se toman sin azúcar.

Durante una semana, de cinco á siete de la tarde, el «todo París» de los tango y los tés donde simplemente se murmura habló con insistencia del casamiento de Mauricio Delfour heredero de la casa Delfour y Compañía, 250 millones de capital con la bella Odette Marsac, nieta de un parlamentario célebre y casi olvidado que había sido candidato dos veces á la presidencia de la República.

La acaudalada señora de Pinto, rica propietaria de Bahía de Todos los Santos, que hacía cuatro años vivía en París con gran lujo, no bien se informó de la llegada del Vizconde, a quien había conocido en Río, le escribió un billetito, convidándole a los tés musicales y a veces danzantes que tenía todos los viernes, y donde la mayor de sus hijas, que eran dos, y ambas bonitas, mostraba su habilidad y hechizaba con su voz melodiosa, cantando alternativamente, ya las modinhas de su país, ya las canciones más sentimentales y melancólicas de Alemania, Italia y Francia.

Estos militares convertidos en jueces le recordaban los que ella había visto en los tés y los grandes bailes de los hoteles... ¿Qué francés puede resistirse á la atracción femenina?...

Pero ninguna de tales golosinas pudo hacer olvidar á su mujer las tortas deliciosas que ella encargaba á los pasteleros del cielo para sus tés paradisíacos de cinco á siete de la tarde.

845 Por fin la última ocasión que por mi mal lo a ver, me dijo: "No, mi saber no ha perdido su virtú; yo te daré la salú: no triunfará esa mujer. 846 "Y tené fe en el remedio, pues la cencia no es chacota; de esto no entendés ni jota. Sin que ninguno sospeche, cortále a un negro tes motas y hacélas hervir en leche."

Dans le sentier de l'art le bruit de tes conquêtes, et dans celui du coeur que de palmes discrètes t'ont salué tout bas!... Y así continúa la composición, en una fusión delicadísima de triunfos crepitantes y de intimidad silenciosa.