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Actualizado: 4 de junio de 2025


No, no puedo retroceder, exclamó enjugando el sudor de su frente; la obra está adelantada y su éxito me va á justificar... Si me hubiese portado como vosotros, habría sucumbido... ¡Nada de idealismos, nada de falaces teorías! Fuego y acero al cancer, castigo al vicio, ¡y rómpase despues si es malo el instrumento!

A ser ella interesada o de temperamento fácilmente inflamable, pronto hubiera sucumbido: su salvación estuvo, por entonces, en que ni la deslumbraba el brillo del oro, ni la imaginación se le exaltaba hasta poner en peligro su castidad; antes al contrario, aquella larga serie de acometidas bruscas, en que sin poesía ni delicadeza trataron de comprar barata su belleza, concluyó por darle asco.

Abandonados de toda Europa con la estéril e inútil conmiseración de algunas Potencias y con el soberbio desdén y secular aborrecimiento de otras, siempre hubiéramos sucumbido en la lucha, y mientras más la lucha hubiera durado, más honda y más cruel hubiera sido nuestra caída. Menester es resignarse: no hay otro remedio. ¿Qué ventaja pueden traernos ya las recriminaciones?

Esa pasion pues dirigida á un objeto bueno, ha producido un resultado excelente, que tal vez sin ella no se hubiera conseguido: en aquellos momentos críticos, terribles, en que el estruendo del cañon, la gritería del enemigo cercano, y los ayes de los camaradas moribundos, comenzaban á introducir el espanto en su pecho, la razon enteramente sola tal vez hubiera sucumbido; pero ha llamado en su ayuda á una pasion mas poderosa que el temor de la muerte: el sentimiento del honor, la vergüenza de parecer cobarde; y la razon ha triunfado, el deber se ha cumplido.

El gobierno de Balcarce había sucumbido en 1833, al empuje de este desbordamiento de la campaña sobre la ciudad. El partido de Rosas trabajaba con ardor para abrir un largo y despejado camino al Héroe del Desierto, que se aproximaba a recibir la ovación merecida: el Gobierno; pero el partido federal de la ciudad burla todavía sus esfuerzos si quiere hacer frente.

El resto había sucumbido al rigor de la peste y de las balas republicanas. En las calles del Callao, donde un año antes pasaban de 8.000 los asilados o partidarios del rey, apenas si llegaban a 700 almas las que presenciaron el desenlace del sitio. Según García Camba, fueron 6.000 las víctimas del escorbuto y 767 los que murieron combatiendo.

Palabra del Dia

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