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No; espero que no nos separaremos tan a deshora, y cuando parece probable que, siguiéndome, asistan ustedes a algún espectáculo que les haga más llevadero el fastidio de mis personales narraciones. Vamos, pues, y tengan en cuenta que nos acompaña el Sr. de Santorcaz, a quien llevan al país andaluz asuntos de familia.

Guarde Dios á V. md. muy largos años. Real de Valencia y junio 18 de 1680. Su más aficionado servidor de V. md. Respuesta de D. Pedro Calderón. «Excmo. Sr.: Bien ha sido menester, Excmo.

Pero más pudo la ira que la lástima, y hubo un momento, un segundo no más, en que le faltó poco para coger el libro y estampárselo en la cabeza al Sr. D. Carlos. Conteniendo su furor, y para que el monomaníaco de la contabilidad no se lo conociera, le dijo con forzada sonrisa: «De modo que el señor apunta las perras que nos da a los pobres de San Sebastián.

Y estas influencias les alentaban para dedicar sus clamores al Sr.

Siguiendo el ejemplo de Conde traducimos en romance octosílabo los versos de Abde-r-rahman, cuyo original puede verse en la nota 32 del Sr. Gayangos al cap. IV, lib. VI de Al-Makkarí.

D. Aureliano Fernández-Guerra y D. Juan de Dios de la Rada y Delgado. Á esta Junta presentó el Sr. Monleón como ponente, los planos, modelos y memoria que por preliminares había formado y que en principio se aceptaron sin perjuicio de discutir las cuestiones obscuras ó difíciles, de las cuales el Sr. General presidente formuló interrogatorio.

Y los Señores, tratando de conciliar los respetos de la Autoridad Superior con el bien general de estas interesantes provincias, propendiendo á su union con la capital, y á conservar franca la comunicacion con las demas del continente, cuyo objeto jamas ha podido perderse de vista, acordaron que, sin embargo de haber á pluralidad de votos cesado en el mando el Exmo. Sr.

Y no consistirá esto, en manera alguna, en los progresos que ha habido en la novela, progresos realizados en tierra extraña y no aprovechados por nosotros. No consistirá en ese arte tan exquisito, de que habla el Sr.

Desde antes que Luciano fuese a militar en la Perla de las Antillas, desde la infancia casi, o sin casi, Luciano y Esperanza eran novios; estaban dulcemente encadenados por el florido lazo de los más castos y delicados amores. En la novela Nieve y cieno, cuyo autor es el Sr.

Un día este inglés llegó a Pontevedra con una carta de recomendación para el Sr. García, notario de la ciudad. El señor García resultó ser un patriota entusiasta, pero en un sentido puramente local, según cuenta el inglés. Su patria era Pontevedra, y el extranjero, Vigo.