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Vegallana tenía en mucho la severidad de su despacho; nada más serio que el roble para casos tales. La «sobriedad del mueblaje» rayaba en pobreza. ¡Mi celda! decía el Marqués con afectación. Daba frío entrar allí y Vegallana entraba pocas veces. De las paredes del salón de antigüedades pendían tapices más o menos auténticos, pero de notoria antigüedad.

Las estaturas eran tan desacordes, que la bayoneta del enano tocaba los doblados hombros del gigante. Por la desigualdad, por la irregularidad, por el valor ciego y salvaje, por la fe estúpida y la sobriedad casi inverosímil, a ningún ejército conocido podrían compararse, como no fuera a los ejércitos de Mahoma. A la mañana siguiente salieron muchos para Urdax.

Y que su ingenio era esencialmente dramático, se revela en el desarrollo de la acción, que, corriendo por estrecho cauce, se ve libre de episodios, que retarden su curso, y en las pinceladas enérgicas, con que distingue á los caracteres. Merece especial alabanza la sobriedad y moderación del autor, en nada semejante á la exageración y grosero colorido, que empezaba ya á dominar en el teatro.

Si la disposición de ánimo, que de este afecto nace, no tuerce mi juicio, inclinándole a la benevolencia, me atrevo a afirmar que la obra literaria, que el nuevo Académico nos ha leído, corrobora las razones que para elegirle tuvisteis, siendo dichosa muestra de sobriedad, tersura y sencilla elegancia de estilo y cumplido dechado de crítica juiciosa.

Viva y honda es casi siempre la percepción que el poeta tiene de lo grande y de lo hermoso de la naturaleza, y no pocas veces sabe comunicarnos el propio sentimiento suyo con maestría y sobriedad vigorosa. Aprobemos, pues, las Odas de D. Eduardo Marquina.

Le dolía contrariar con su sobriedad a aquellas gentes sencillas que le asediaban con sus obsequios. El aperador se extrañaba de verle en el cortijo como traído por la tempestad. Su padrino le había dicho algunos días antes que don Fernando estaba en Cádiz. , allí estuve hasta hace poco. Fui a ver la sepultura de mi madre.

Ella, sin embargo, había sabido inducir al Padre, cuando había auditorio, a que hablase de y a que contase sus peregrinaciones. Y el Padre, si bien con modestia y sobriedad, no había podido menos de dejar entrever y de hacer que se estimasen los peligros que había corrido y las penalidades y fatigas que con valor heroico había sobrellevado.

MÁXIMO. Mi opulencia es la sencillez, mi lujo la sobriedad, mi reposo el trabajo, y así he de vivir mientras esté solo. MARQU

El poeta, según todas las probabilidades, se aplicó cuidadosamente á la composición de estas comedias; el argumento de casi todas ellas ofrece en su arreglo tanto artificio literario; se descubre en su plan tanta claridad, tanta madurez y reflexión; es tan grande la delicadeza psicológica que distingue á los caracteres, la simetría que se observa en la disposición de sus partes aisladas; tanta la sobriedad que se nota hasta en los pormenores más insignificantes, que, aun teniendo del poder del genio la idea más favorable, no se concibe que obras tan perfectas se hayan escrito improvisando, como acontece á muchas otras de Lope.

La sobriedad es tan necesaria al espíritu para sus adelantos como al cuerpo para su salud; no hay sabiduría sin prudencia, no hay filosofía sin cordura.