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Lo lastimoso es que imitemos sin la mencionada previa selección, que toda simpleza o extravagancia transpirenaica nos seduzca, y que nos dejemos arrebatar por el entusiasmo sin que haya criterio razonable que nos refrene.

Extraña es también la completa y espantosa miseria hasta donde el autor conduce a su heroína, dotándola para ello de generosidad tan magnánima, que no puede menos de confundirse un poco con la simpleza hasta en el pensamiento de las personas más novelescas y despreciadoras de los intereses materiales.

Los vecinos encontraban la broma sabrosa. En vez de desengañar á la pobre mujer, la enredaban más en ella. Fácil es que aunque tratasen de impedirlo no lo consiguiesen; porque la presunción y simpleza de la coja eran realmente increíbles. ¡Aquí está lo que yo esperaba! exclamó Regalado en alta voz. Nada más que para esto he pasado tres horas sentado, dejando mis labores abandonadas.

Por el nord-este estan los Indios Bororos: estos tienen la simpleza de que, aprisionada por los portugueses alguna india de su nacion, luego se vienen los parientes inmediatos á entregar y servir al portugues que la tiene en su casa. Por el sur, pasados los anegadizos, estan los Mbayás de arriba, que al paso de los Paulistas por el Tacuarí los suelen acometer. Minas de Cuyabá.

Hace poco he confesado mi culpa y ahora lo hago de nuevo. Suelo titubear mucho antes de tomar una resolución, pero así que me decido no hay nada capaz de detenerme en mi propósito. Ya cómo debo reparar mis yerros. Caballero, tengo el honor de presentarle mis respetos. ¿Qué se propone usted hacer? preguntó el conde de Mengis, temeroso de que Felipe se dispusiese a cometer alguna nueva simpleza.

Por eso, aunque sólo hacía un mes que Demetria asistía á los bailes semanales que se celebraban en aquella casa, ya tenía una muchedumbre de adoradores que giraban en torno suyo zumbando lisonjas y ansiando libar la miel de tan espléndida rosa. Mas su ingenuidad y simpleza los desconcertaba no pocas veces.

A veces perdía bruscamente el terreno perdido, quiero decir, que por causa de algún sueño, de alguna conversación que me recordaba las cosas pasadas, o por nada, por simpleza mía, volvía a sentirme atormentadísima, y me parecía tenerle delante y oírle, ¡siempre tan cariñoso, siempre tan bueno, pero siempre hermano!... En fin, aquellas recaídas... porque eran como las recaídas de una enfermedad... pasaban también.

Ahora ha dado en la simpleza de casarse con usted... No, si no me enfado. No crea usted que la voy a reñir. Yo soy moro de paz, amiga mía, y vengo aquí a tratar la cosa por las buenas.

Pues, a fe de bueno, que no he dicho yo mal de ningún encantador, ni tengo tantos bienes que pueda ser envidiado; bien es verdad que soy algo malicioso, y que tengo mis ciertos asomos de bellaco, pero todo lo cubre y tapa la gran capa de la simpleza mía, siempre natural y nunca artificiosa.

Maud siguió hablando de su marido, haciendo elogios de sus condiciones físicas y compadeciendo al mismo tiempo su simpleza de niño grande, versado únicamente en elegancias y juegos atléticos. Ella era el varón fuerte, la cabeza directora de la asociación matrimonial. Había ido a Nueva York en busca de nuevos capitales para un negocio de caucho que tenían en el Brasil.