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Actualizado: 25 de mayo de 2025
Ricardo la siguió. Los dos marchaban callados. La distancia que los separaba se fue haciendo cada vez mayor, porque Marta ya no andaba, corría. El joven marqués sentía vago malestar y una turbación extraña que le impedían apretar el paso. Estaba enojado consigo mismo.
Siguió adelante el despernado, y Benina, con su cesta al brazo, subió gateando por la escombrera, no sin trabajo, pues aquel material suelto de que formado estaba el talud, se escurría fácilmente.
Mas su hermana la siguió inmediatamente en la actitud más severa y autoritaria que puede nadie imaginarse, dispuesta a corregir aquel principio de rebelión, que con el tiempo podría traer funestas consecuencias. Oyose rumor de disputa, sobresaliendo la voz áspera, irritada, de Carmelita; luego aquella voz se fue dulcificando, haciéndose persuasiva, razonadora, reprendiendo con suavidad.
Y por si esto era poco, mientras Catana iba con el recado, él la siguió de lejos, como si tratara de ponerse en el rastro de su presa para que no se le escapara por ninguna parte. Así llegó al extremo del pasadizo que conducía al estrado.
Miguel corrió al instante a recogerlo; al bajarse sintió unos pasos precipitados detrás y vio frente a sí al levantarse a un cadete de Estado Mayor, flaco y larguirucho como una espina, quien le dirigió una mirada torva y colérica y hasta tuvo conatos de abocarle; pero después de vacilar un instante siguió caminando aunque volviendo a menudo la cabeza para mirarle de arriba abajo con expresión nada pacífica.
Aquí se embarcó en el año de 1571 para Mesina, punto de reunión de las escuadras congregadas para defender á la cruz contra la media luna. Sirvió de simple soldado en la compañía de Diego de Urbina; siguió á la flota aliada, mandada por D. Juan de Austria, á las aguas de Lepanto, y tomó parte activa en la batalla.
Pero, aun después de la fecha indicada, florecieron muchos coetáneos de Calderón, más jóvenes que él, que en nada disminuyeron la importancia del teatro nacional español, y hasta otros poetas de la nueva generación que le siguió, alcanzaron al siglo XVII. Hay razones, por tanto, para prolongar este período, de que tratamos, hasta dicho siglo, y fijar el principio del nuevo, en la época en que aparecieron las doctrinas literarias francesas.
En fin, Jaime siguió el aldeano encogiéndose de hombros, si me la había de llevar otro bribón, más vale que seas tú. D. Jaime rió también la gracia: estaba para reírlo todo.
Por malos que fuesen dijo con lentitud , no serían peores que los presentes. Al menos, nadie robaba a la Iglesia. Cada uno se contentaba con su pobreza, pensando en el cielo, que es la única verdad, y el culto de Dios tenía lo que le corresponde. ¿Es que tú, acaso, no crees en Dios...? Gabriel eludió la respuesta, y siguió hablando de aquellos tiempos.
Y para alejar las visiones de muerte fijas en su pensamiento, siguió con los ojos la marcha de los cisnes, ofreciéndoles pedazos de pan que les hacían torcer el curso de su natación lenta y majestuosa. El conserje y su familia pasaban el puente con frecuentes entradas y salidas.
Palabra del Dia
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