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Al atravesar la sala aspiré con delicia el aroma de las flores que se morían en el tazón de Sévres; el piano de Gabriela me pareció como todos los pianos; los pinceles esparcidos en la mesa de trabajo, junto a la acuarela principiada, nada me dijeron de la rubia señorita. Dormí tranquilamente. Así deben dormir los que tienen una buena conciencia. ¡Valiente fiesta!

Si es mi sobrino: hermano de madrrre de la Vegallana... Es hijo de Tonino Cifuentes, que fue subsecretario de Estado en tiempo de Iztúrrriz, y entró en la Compañía, cuando... ¿Pero está también en Biarritz? No: está aquí en Parrrís; en la rrue de Sévres... Desde el 68 no ha estado en España sino de paso. Y con cierto delicado recelo, añadió tímidamente: ¿Quierrres que lo vea?...

Lesperut. Anatomía de la vejez. Restaurant de la calle de Montesquieu. Elemento sajon. Elemento árabe. Restaurant de San Jacobo. Historia de un magnate francés. Pesares de Lesperut. Proyecto de visitar á Sevres y Versalles. Lo primero que hemos hecho al despertamos, ha sido hablar del viejo Lesperut. Su memoria nos preocupa extraordinariamente.

Pero un hombre de gusto, con la mirada habituada a la percepción de las delicadezas europeas, nota al instante cierto tinte especial: el sello del advenedizo, que no ha tenido tiempo de completar esa dificilísima educación del hombre de mundo de nuestro tiempo, capaz de distinguir, al golpe de vista, un bronco japonés de uno chino, un Sévres de un Saxe; una vieja tapicería de una moderna.

Siendo generalmente llano el camino de Paris á Versalles, la compañía de estos ómnibus ha hecho construir una vía férrea, la que no sólo evita peso á los caballos, sino que facilita extraordinariamente la velocidad. A la hora y media, minuto más ó menos, estamos en Sevres.

Era entonces el rey Buby un verdadero encanto, y cuando en los días de gala le ponían su corona de oro y su real manto bordado, no era el oro de su corona más brillante que el de sus cabellos, ni más suaves los armiños de su manto que la piel de sus mejillas y sus manos. Parecía un muñequito de Sévres, que en vez de colocarlo sobre la chimenea, lo hubieran puesto sentadito en el trono.

Sin duda. ¿Queréis verle? Cuanto antes. ¿Hay algún peligro tal vez? ¡Yo me hallo perfectamente! Vamos, por lo pronto, a casa de Romagné. Un cuarto de hora después nuestros dos personajes descendían a la puerta de los señores Taillade y Compañía, en la calle de Sèvres. Una amplia muestra, fabricada con trozos de cristal azogado, indicaba claramente el género de industria a que se dedicaba la casa.

En los ángulos se veían enormes vasos de Japon, alternando con otros de Sèvres, de un azul oscuro purísimo, colocados sobre pedestales cuadrados de madera tallada. Lo único que no estaba bien eran los cromos chillones con que don Timoteo había sustituido los antiguos grabados y las litografías de santos de Cpn. Tiago.