Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 11 de junio de 2025


Lo que el pequeño mestizo no quiso decir era que la patroncita estaba enferma, según opinión de su madre, india vieja que había venido á reemplazar á Sebastiana como primera criada de la estancia, pero sin tener su buen humor ni su garbo para el trabajo.

Sus cantos hacían que Sebastiana y las otras criadas abandonasen los trabajos en el corral, avanzando lentamente hacia el interior de la casa con la expresión de amansamiento de las bestias subyugadas por la voz y la lira de Orfeo. Una parte del vecindario sentía igualmente esta atracción.

Ya no se mostraban en las galerías exteriores las domésticas mal vestidas y realizando al aire libre ciertos trabajos de limpieza. La presencia de aquella señora tan hermosa y elegante había impuesto á la servidumbre nuevos cuidados personales. Hasta la gorda Sebastiana iba vestida todos los días «de domingo», como decían sus amigas.

Antes bien, protestó de ellas mentalmente, pensando: «Watson no puede ser comparado con los otrosNecesitó exteriorizar su pensamiento, y dijo á Sebastiana: Será verdad que no le gustan los demás; pero don Ricardo es más joven que todos ellos; y estas mujeres que han corrido el mundo y empiezan á ponerse viejas, ¡resultan á veces tan... caprichosas!

Llamó á la puerta con recato, como si no quisiera ser oído por todos los habitantes de la casa, y sonrió al ver que era Sebastiana la que salía á abrirle. El señor no está: se fué con don Canterac á Fuerte Sarmiento esta mañana. ¿Y don Robledo, está bueno?... La mestiza, como muchas gentes del país, aplicaba el don indistintamente á los nombres y los apellidos.

Yo pensé en usted, niña linda, y me dije: «¡Cómo le gustaría á mi patroncita oir cantar á esta marquesaLa amazona escuchaba haciendo signos afirmativos, como si su curiosidad se excitase al oir este relato. Para aumentar su admiración, fué Sebastiana enumerando todas las personas que habían estado en la fiesta.

Poco después de mediodía, cuando ella fumaba su vigésimo cigarrillo, llamaron á la puerta. Transcurrió algún tiempo y volvieron á repetirse los golpes. Elena adivinó que, por estar ausente Sebastiana, las dos chinitas habían abandonado la casa después de servir la comida, vagando por el pueblo en busca de noticias. Fué á abrir ella misma y se sorprendió reconociendo al visitante. Era Moreno.

Sebastiana, que se había incorporado para verle mejor, creyó que murmuraba con expresión alegre: En vez de una, van á ser dos. Pero tampoco estaba segura de haber oído esto exactamente, y al fin se retiró á la casucha del corral, donde tenía su camastro, algo decepcionada por el insignificante resultado de su acecho.

Palabra del Dia

rigoleto

Otros Mirando