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Io dentr' oggi á finir vo questo affare.... Mira, tengo un plan.... ¿Sabes que me comprometería á arreglar el asunto empleando ciertos medios...? A ver, ¿qué plan, qué medios son esos? Cualesquiera que sean, ponlos en práctica inmédiatamente. eres hombre de ingenio. Pero no basta el ingenio dijo el lúgubre. Para ello es preciso otra cosa... es necesario dinero.

¿Y quién te ha dicho que las gallinas de tu casa no sufren horriblemente cuando se hace guiso de pollos? ¿O que los gatos de nuestros tejados no se sumergen en un mar de tristeza cada vez que nuestros fonderos ofrecen a sus clientes el «civet de liebre»?... ¿Sabes lo que sucede?... No adonde vas. A esto: los animales sufren lo mismo que nosotros, pero no les importa. Eso dices .

8 El viento de donde quiere sopla, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde vaya; así es todo aquel que es nacido del Espíritu. 9 Respondió Nicodemo, y le dijo: ¿Cómo puede esto hacerse? 10 Respondió Jesús, y le dijo: ¿ eres el maestro de Israel, y no sabes esto?

Ya sabes que tenemos buena casa y bastantes comodidades, aunque sin lujo, porque, hijita, hemos venido a trabajar, a ver si nos rehacemos de los disparates cometidos, que ¡ay! no han sido pocos. Mi vida en «Los Carpinchos» trascurre dulcemente. Al principio me aplanaba esta soledad; me aburría como una ostra, como dice nuestro noble amigo, o nuestro amigo el noble.

Ya que les sobra el dinero, ¿por qué en vez de emplearlo en cosas inútiles y de puro aparato, no lo regalan a los pobres? ¿acaso para vivir, lo que se llama vivir, se necesita de estas faramallas? ¡Si aquí no se puede andar con libertad, entre tanta baratija! ¿sabes?

¡Aguárdate un verano, hija mía! ¿Crees que es tan fácil inflar un perro? ¿No sabes lo que cuesta en este pícaro pueblo el arreglo de los papeles, las vueltas que hay que dar y lo mucho que le hacen sudar á uno por esas oficinas de la iglesia?

Clarito, hijo; que tu amor emplearemos esta palabra, para mayor solemnidad, aunque ya sabes que a me gusta más decir cariño pues bien, que tu amor es mucho más tibio que el mío. Veamos cómo se demuestra ese grandísimo embuste. De un modo muy sencillo.

Ya torna al pecho la perdida calma. ¡Tambien yo rezar... ¿Sabes qué rezo? ¡Tu nombre nada más, madre del alma! Me han contado de un hombre que vivía contento únicamente cuando oía, ya fuese á una voz sola, ó más, ó un coro, ó instrumento sonoro, cualquiera melodía; daba por una nota el mundo entero... Y perdió la aficion desde aquel dia en que oyó á una mujer decir: «Te quiero».

¡Mira qué tonta! ¿Y qué sabes ? No se puede asegurar tal cosa.

Las confidencias que nos hacemos no son de gran importancia, y, además, la delicadeza obliga a tenerlas secretas. ¿Quieres darme a entender?... ¡No, no, nada! exclamé vivamente. Responde a Máximo que no tengo nada que decir. Entonces no sabes nada, absolutamente nada desfavorable a Luciana... ¿ o no? ¿Por qué me obligaba así?