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Hasta en los Estados Unidos país donde las mujeres ejercen una enorme y legítima influencia creen algunos, equivocadamente, que mi novela es á modo de una sátira del feminismo norteamericano. Como EL PARAÍSO DE LAS MUJERES ha sido traducida ya á varios idiomas, me decido á publicarla igualmente en español, aunque no pensase en ello cuando la escribí.

Cada mujer fué para un romance, cada hombre una sátira, cada día un maestro, cada año un libro. Díjome la historia que siempre ha habido tiranos y esclavos, y que la vanidad, y la codicia, y la soberbia han escrito con sangre sus anales; quise quitar la carátula á la verdad y se la quité á medias, porque lo que vi, me dió miedo de ver lo que ver no quise.

Pues no hay motivo para ello. Yo tengo acá mi teoría sobre el caso; y no es así, al aire y como se quiera, sino fundada en la observación y en el propio sentir. De pronto te parecerá un lugar común de la manoseada sátira contra el matrimonio, porque algo así se ha dicho en esas rutinas desacreditadas; pero es cosecha de mi caletre, créelo.

Comedias de Lope de Vega, tomo XIX, prólogo dialogístico: «Preguntó Cisneros, representando, á un alcalde, que por qué estaba preso un estudiante que, entre otros, salía á visita. Díjole el escribano que por una sátira. ¿Qué es sátira? replicó Cisneros. Sátira es, dijo el escribano, decir las faltas de los del lugar. Y respondió Cisneros: ¿Pues no sería mejor prender á los que tienen las faltas

Dióle á Mercurio en la derecha mano Una satira antigua licenciosa, De estilo agudo, pero no mui sano. De una intricada y mal compuesta prosa, De un asunto, sin jugo y sin donaire, Quatro Novelas disparó PEDROSA. Silvando recio, y desgarrando el aire, Otro libro llegó de rimas solas Hechas al parecer como al desgaire.

Es horrible la poesía de estos tiempos, porque los cisnes callan, entristecidos por el luto de la patria, y de su silencio se aprovechan los grajos para chillar. ¿Y dónde me deja usted aquello de Resuene el tambor; veloces marchemos...? Arriaza indicó Quintana ha hecho últimamente una sátira preciosa. Esta noche la leerá aquí.

Embriagado en tan horrible júbilo, dirigió al mismo rey esta sátira escrita de pluma de Zadig, el qual, con sus dos amigos y la dama, fué llevado á la cárcel, y se le formó causa, sin que se dignaran de oirle. Púsose el envidioso, quando le hubiéron sentenciado, en el camino por donde habia de pasar, y le dixo que no valian nada sus versos.

El orgulloso á quien he descrito mas arriba no podia llamarse propiamente vano, y no obstante su conducta inspiraba algo peor que la vanidad misma: sobre la indignacion provocaba tambien la burla. La vanidad. El simplemente vano no irrita, excita compasion, presta pábulo á la sátira. El infeliz no desprecia á los demas hombres, los respeta, quizas los admira y teme.

Me atrevo a dudar de que el ingenio del manco de Lepanto se inspire en las novelas en moda hoy y haga de ellas una parodia que equivalga al Quijote. Acaso no merecen más que una sátira como la que escribió Boileau contra las novelas de su tiempo.

Sentía una gran estimación por las gentes del Norte, noruegos y dinamarqueses, con quienes había convivido; hablaba bien el inglés, era muy liberal y se reía de las mujeres. Parecía haber nacido para burlarse de todo y para encogerse de hombros; pero su sátira no encerraba veneno; se reía sin amargura y sin pena.