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Actualizado: 4 de julio de 2025


Hasta entonces jamás había abordado esta cuestión, porque sabía que su parecer iba a discrepar algo del de una gran parte del vecindario. Mas había llegado, a su entender, la hora de «emitirlo sin ambages ni rodeos». El comunicado que leyó era el primero que acerca de este asunto dirigía al Progreso de Lancia. Comenzaba así: «Señor Director de El Progeso de Lancia.

Petra dijo, sin rodeos, que había visto ella, con sus propios ojos, lo que jamás hubiera creído. El mejor amigo del amo, aquel don Álvaro que de día no se separaba de don Víctor... entraba de noche en el cuarto de la señora por el balcón y no salía de allí hasta el amanecer.

A trechos brillando entre los árboles ó partiendo el camino con una inoportunidad que obligaba á molestos rodeos extendían sus láminas acuáticas unos charcos enormes, todos iguales, de una regularidad geométrica, redondos, exactamente redondos. Desnoyers los comparó con palanganas hundidas en el suelo para uso de los invisibles titanes que habían talado la selva.

Así es que cuando no hablo yo de mis miras, de mi vocación, de mis estudios, lo cual embelesa en extremo al señor vicario y le trae suspenso de mis labios, cuando es él quien habla y yo quien escucho, la conversación, después de mil vueltas y rodeos, viene a parar siempre en hablar de Pepita Jiménez. Y al cabo, ¿de quién me ha de hablar el señor vicario?

El historiador no habrá podido ménos de confesar á su modo y con mil rodeos, que Napoleon ántes de comenzar la lucha, y miéntras las fuerzas del Marques de la Romana le auxiliaban en el norte, introdujo en España con palabras de amistad, un numeroso ejército, y se apoderó de las principales ciudades y fortalezas, inclusa la capital del reino; que colocó en el trono á su hermano José; y que al fin José y su ejército despues de seis años de lucha, se vieron precisados á repasar la frontera.

Y Rafael, para ir a casa de la cómica, se ocultaba como en su época de niño, cuando robaba fruta en los huertos; marchaba por sendas y ribazos al abrigo de los setos, y la vista de una hortelana o de un muchacho le obligaba a pesados rodeos.

El conde le manifestó sin rodeos que mientras no diera el dinero no había de devolverle su cabalgadura, para que no fuese tan flaco de memoria; y al escuchar que el señor canónigo exponía, como razón suprema, que le era imposible atravesar á aquellas horas de la siesta las calles de Sevilla á pie y sin criados, dijo con mucha flema el conde Asistente: «No se le nada á vuesa merced ir con la siesta por amor de , que yo, por cierto que soy tan regalado como el que más, y ando á pie con sol y con agua, de noche y de día, y no es mucho que pase este poco de sol hasta su casa por amor á

Esta última condición le viene de su fuerte cepa nativa; es la socarronería del criollo que el hombre culto ha perfeccionado y pulido. Se le ha criticado, y con razón, que no tenía el dominio de la síntesis artística de la prosa. Se repite a cada momento; da vueltas y rodeos sobre un mismo tema.

Para ir de San-Ramon á Magdalena, se cuentan veinticinco leguas en línea directa hácia el este; mas como se tienen que hacer muchos rodeos, esta distancia se aumenta de una tercera parte.

La que ponía el amor, ese amor tan sublime y... delirante. Maxi no comprendía, y Ballester, decidido a darle la noticia sin rodeos ni atenuaciones, concluyó así: , su mujer de usted ya no existe. La pobrecita se nos ha muerto hace hoy ocho días. Y al decirlo, se conmovió extraordinariamente, velándosele la voz.

Palabra del Dia

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