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Actualizado: 30 de junio de 2025
La exposición de la serie consecutiva de las escenas de esta comedia podrá, en verdad, darnos una idea de su estructura externa, pero nunca del riquísimo colorido que adorna á este bello cuadro; nunca del aroma, verdaderamente romántico, que espira; nunca, en fin, de la delicadeza psicológica, con que se pinta la lucha de opuestos sentimientos en el corazón de Ximena.
No llegaban a ciento ochenta, porque más de ciento habían perecido en la batalla. Cargados de riquísimo botín, consolábanse los vivos de la muerte de sus compañeros de armas. Limitado el incendio a la gran cámara, el alcázar dio extraordinarias riquezas a los que, después de Morsamor, le entraron a saco.
Este estudiante ocupaba en aquella casa, para sí solo, dos habitaciones lujosamente amuebladas, tenía criado y cochero para cuidarle su araña y sus caballos. Era de gallardo continente, maneras finas, elegante, y riquísimo.
Las tres se reían viendo la sorpresa y confusión de Moreno, que era una excelente persona, como de cuarenta y cinco años, célibe y riquísimo, de aficiones tan inglesas que se pasaba en Londres la mayor parte del año; alto, delgado y de muy mal color porque estaba muy delicado de salud. «Que si tengo cascote. ¿Es para usted?».
El joven Sultán iba, como se ha dicho, al siniestro lado del riquísimo palanquín, haciendo gala y muestra de su gentil presencia, y escarceando gallardamente con aquella peregrina alfana, si llena de fiereza para combatir, no menos primorosa y atildada para los alardes de gentilezas y bizarrías.
Las unas se inclinan al oriente en busca del Ebro; las otras concurren á formar el lindo rio Besaya, centro del pequeño valle marítimo de Santander. El aspecto de la hoya del Besaya era riquísimo de colorido y vitalidad. Un país enteramente distinto de cuantos habia recorrido en España, y particularmente en Castilla, se ofrecia á mi contemplación.
Lo que agradecerían las cien lenguas del Modelo aquel pasto riquísimo no es para dicho. Comentáronlo de infinitos modos. Una gitana aseguró que ella lo había soñado la noche anterior y otra hacía gala de un entusiasmo monárquico tan estrepitoso, que hubieron de encerrarla para que entrase en vías razonables.
Era sobrina de un riquísimo americano, Ricardo Darling, que había empezado por correr con los pies descalzos por las calles nacientes de Chicago vendiendo a los albañiles unos pasteles cuyo aroma era su principal alimento; y diga lo que quiera don César de Bazán, «El olor del festín...» es poca comida para un estómago de diez años.
Mucho más hubiésemos podido aumentar continuando el examen de los libros y documentos de nuestro riquísimo Archivo Municipal, pero, quede reservada esta tarea á quienes especialmente se propongan escribir la historia de una solemnidad, que durante siglos fué la más celebrada de los sevillanos.
Además de los tres curas, eran parroquianos de aquella mesa las siguientes personas: un agente de Bolsa riquísimo que, con el Pater, llevaba diez años de concurrir todas las noches a aquel mismo sitio, un bajo de ópera retirado, un funcionario de poco sueldo y el dueño de un acreditado molino de chocolate. Los curas y estos cuatro señores formaban la partida más fraternal que puede imaginarse.
Palabra del Dia
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