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Actualizado: 6 de octubre de 2025


Iré, pues, a París; no cuándo, pero será antes del mes de mayo, yo se lo aseguro a usted. »Se acerca ya el buen tiempo; iniciarase la era de los viajes, y a las orillas del Rhin, vendrá a reunirse una sociedad de la que yo quiero huir a toda costa. El mejor medio para evitar su encuentro, es refugiarme en ese París que todo el mundo abandona en el verano.

Avanzaba heroicamente el virtuoso germano con el doble deseo de engrandecer á su país y hacer valiosos envíos á los hijos. «¡Alemania sobre el mundoPero en lo mejor de sus ilusiones caía en la fosa revuelto con otros camaradas que acariciaban los mismos ensueños. Desnoyers se imaginó la impaciencia, al otro lado del Rhin, de las piadosas mujeres que esperaban y esperaban.

Baste saber que allí se veía reunido de cuanto había podido inventar el lujo asiático de entonces y de cuanto la activa solicitud de los navegantes fenicios había podido traer de todas las comarcas a que solían ellos aportar, desde las bocas del Indo hasta las bocas del Rhin, puntos extremos de sus periplos o navegaciones.

Para los europeos, el lugar de maravillas fue Bagdad, la de Las mil noches y una noches; en cambio, en mis viajes por Oriente, he visto a judíos y mahometanos suponer tesoros y magias en la antigua Toledo. Cuando los poetas del Sur imaginan algo prodigioso, sitúan el escenario en las fortalezas del Rhin o los fiordos escandinavos.

»Desde mi balcón de la fonda de Bellevue veo el Rhin y la ciudad. Esta, al ponerse el sol, ofrece un aspecto por demás fantástico. El astro del día se oculta detrás de ella y enciende el fondo del cuadro haciendo destacarse las casas y las agujas de las iglesias entre maravillosos efectos de claroscuro.

Uno de ellos, suizo de nación, médico excelente y filósofo de raro y agudísimo ingenio, está avecindado en Basilea, y es generalmente conocido con el nombre de Paracelso; otro, no menos singular, se llama Cornelio Agripa, natural de Colonia, en las orillas del Rhin; otro, que tiene más fama de brujo que los demás, y dicen que va siempre acompañado de un diablo en figura de paje, lo cual ya comprenderás que es una patraña, se llama el doctor Juan Fausto; y otro, por último, con quien estoy yo en más frecuentes y cordiales relaciones, vive ahora junto a Sevilla, en un convento en la margen del Guadalquivir, y se llama el Reverendo Padre Fray Ambrosio de Utrera.

En la escalera estaban colocadas media docena de camareras bávaras que habían acudido al oír mi campanillazo, con aquel aspecto de pájaros sin alas tan poco gracioso, que tienen todas las mujeres del lado allá del Rhin. Pregunto: ¿Embajada Francesa? Me lo hacen repetir dos veces y hete aquí que empiezan a reír, pero a reír haciendo retemblar la baranda con sus estremecimientos.

Y fueron viniendo botellas, aumentándose copas a la ya formidable batería que cada convidado tenía ante ; anchas y planas, como las de los relieves antiguos, para el espumante Champagne; verdes y angostas, finísimas, para el Rhin; cortas como dedales, sostenidas en breve pie, para el Málaga meridional.

Los mismos estragos manchan con sangre y calcinados escombros la corriente del Rhin: los soberbios claustros erigidos por el emperador Lotario quedan en el espacio de tres dias convertidos en inútiles ruinas. La Francia ve aterrada cundir la devastacion por toda la Neustria: Suesion, Noviomago, Lauduno, Reims, son envueltas en la sentencia de esterminio que provocan los templos y monasterios.

Palabra del Dia

aprietes

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