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Tippoo, sultán de Misor, se había empeñado en convertir al islamismo á todos los indostaníes y en dilatar su imperio hasta el Cabo Comorín, á donde nunca habían penetrado las huestes de otros conquistadores musulmanes. La horrible devastación del floreciente reino de Travancor, en las barbas de los ingleses, fué la consecuencia de la ambición y del celo muslímico del sultán mencionado.

Hay que hacerle justicia, sin embargo: nunca había atacado las plazas de sus pares, esto es, de los hidalgos de Laviana. Solamente á las del paisanaje llevaba la ruina y devastación. Por eso quizá disfrutaba aún de la luz del sol, tan cara á los mortales. Todos estos señores y los demás que se sentaban á la mesa del capitán compartían las ideas del joven Antero.

Continuaba rugiendo en su cabeza el ansia de destrucción, y para satisfacerla se metió con la hoz en la mano en aquellos campos que habían sido sus verdugos. ¡Ahora las pagaría todas juntas la tierra ingrata causa de sus desdichas! Horas enteras duró la devastación.

Esta dimision la hizo desde su pueblo natal; en vista de la negativa, el 10 de Setiembre pasó á Bogotá, jurando nuevamente ante el Congreso, al efecto reunido en sesion extraordinaria, sostener y defender como hasta alli la Constitucion de la República. En Venezuela mientras tanto se habian levantado facciones que, como la de Cisneros en Carácas, llevaban la devastacion á todas partes.

Es curioso un hecho que prueba cuánto la vieja política del egoismo y la agresion ha falseado la situacion de los pueblos: no hay en Francia un departamento mas industrial, rico y laborioso que el del Norte; y sinembargo ninguno hay que contenga tan gran número de plazas fuertes ó militares . Así, allí donde todo convida á la paz y exige la paz, sin la cual la industria no puede prosperar, se hallan á cada paso los símbolos de la guerra y la devastacion.

En circunstancias las menos favorables, la vecindad de los volcanes y las cálidas corrientes que les son anejas continúan la vida animal en los sitios más desolados. Bajo la horrible devastación del polo antártico, no lejos del volcán Erebus, James Ross encontró corales vivos á mil brazas bajo el mar helado.

¡Dios mío! ¡qué es esto! gritó en prosa culta ¿quién ha causado esta devastación...? ¡Petra! ¡Anselmo! y se colgó del cordón de la campanilla. Entró Petra sonriente. ¿Qué ha sido esto? Señor, yo no he sido.... Habrán entrado los gatos. ¡Cómo los gatos! ¿Por quién se me toma a ?

Facundo Quiroga enlaza y eslabona todos los elementos de desorden que hasta antes de su aparición estaban agitándose aisladamente en cada provincia; él hace de la guerra local la guerra nacional argentina, y presenta triunfante, al fin de diez años de trabajos, de devastación y de combates, el resultado de que sólo supo aprovecharse el que lo asesinó.

Encontró esos lugares tal cual los había dejado. La impasibilidad de la eterna Naturaleza lo lastimó como un insulto: si al menos algo hubiera sido destruido en la tierra; si al menos hubiera visto en su derredor los rastros de una devastación parecida a la que él sentía en su interior. Los montes seculares, las aguas perennes, voraces sepulcros de seres vivientes, permanecían inmutables.

En aquella gran devastacion los habitantes de la campiña se refugiaron en Córdoba con lo que pudieron salvar de sus haciendas, huyendo la furia de aquel animado torbellino, y hubo de resultas hambre en la ciudad.