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Todas las demás, lloriqueando, la felicitaban con ruidosos aspavientos, y por fin la misma santa hubo de mandar que cesaran aquellas manifestaciones de regocijo, porque la enferma se afectaba mucho, y podría resultarle algún retroceso peligroso.

Bien decía don Adrián que el balandro era la borrachera de su hijo... Como Nieves había tratado a muy pocos hombres y a esos pocos muy superficialmente, no se atrevía a asegurar si abundaban los que se componían de elementos tan incongruentes como los de Leto; pero abundaran o no, no podía dudar ella que Leto era un mozo muy raro... Por supuesto, que hablando de él con su padre, con el de Nieves, no le había comunicado todas estas observaciones, porque no le parecieran demasiado y la llamara reparona... De todas maneras, raro o no raro, guapo o feo, que esto la tenía a ella sin cuidado, Leto había sido una gran adquisición, porque era un estuche de cosas, cabalmente de las que más le gustaban a ella; y era preciso conservarle y sacar de él todo el partido posible... Era de creer que con la frecuencia del trato fuera él adquiriendo mayor confianza en mismo; y de este modo, lo que en aquellos momentos le parecería al pobre chico carga pesada tal vez, por razón de su cortedad, llegaría a resultarle lo contrario... Entonces, satisfecho él... gozosa ella... todos contentos y entretenidos... Rufita González... escribir a Méjico... Leto mar afuera... Nachito con enaguas... ella huerita y pintando... ¿qué cosa?... ¿con quién?...

Lo que tal vez no ponen en ejecución porque no esperan ningún premio, y se da lugar a los indios corregidores a que se hagan despóticos, y a que opriman a los otros, seguros de que su empleo no tiene término, lo que no sucedería si supieran que les había de durar sólo tres años; y si pasados éstos no se encontraba absolutamente otro en el pueblo capaz de ser corregidor, ningún inconveniente había en volverlo a proponer, después de haber dado los descargos que pudieran resultarle de los tres años de su empleo.

Espuso de nuevo y por escrito D. Joaquin Antonio de Orellana, al Inspector D. José del Valle, desde Yanarico, cuanto le pareció conveniente sobre la necesidad que, habia de repoblar y mantener la villa de Puno, cuya respuesta recibió en el pueblo de Quiquijana, llena de lastimosas consideraciones por la situacion en que dejaba el vireinato de Buenos Aires, y las funestas consecuencias que podian resultarle por el abandono de aquel pueblo, en cuya atencion le ordenaba suspendiese la marcha con todas las familias extraidas, para que quedasen en mejor proporcion de volverlas cuanto antes á su domicilio, siempre que el Virey de Lima lo aprobase: pero reproduciéndole Orellana algunas sérias reflexiones que de nuevo le ocurrieron, por hallarse tan adelantado, le mandó siguiese á la ciudad del Cuzco con toda la gente que conducia, donde á cada uno se le asignaria algun socorro que sirviese á su sustento, para hacerles menos dolorosa la situacion desgraciada en que se hallaban, como efectivamente se verificó, considerándoles una diaria moderada gratificacion para que pudieran mantenerse.