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Actualizado: 1 de julio de 2025


21. Después que fué rendido el fuerte, los turcos fueron á combatir las galeras en que yo estaba, é como del fuerte no me ayudasen, la gente dellas desmayó de manera que, echándose casi todos á la mar, no queriendo pelear, fuí preso sin poder hacer mucha resistencia. Habrá V. M. entendido sumariamente por esta relación las cosas de la jornada de Trípol que tocan á mi particular, de los cuales he querido informar á V. M. por las causas que al principio della digo; é para que entienda que en ello no hice cosa por la cual merezca reprensión, antes por el haber quedado en aquel fuerte sin tocarme, con sólo celo de servir á V. M. é por entretener todo el verano aquella armada que tanto daño pudiera haber hecho, como lo hizo, me paresce que todos los servicios que hice al Emperador nuestro señor y he hecho á V. M. no merescen la recompensa que sólo éste.

La posición de Morsamor y de los suyos parecía inexpugnable, merced a su desesperada resistencia y a la consternación de unos contrarios sin caudillo. Pronto, no obstante, se rehicieron estos, fiados en su muchedumbre y aguijoneados por la vergüenza y por el deseo de que la muerte de Balarán no quedase impune. No era como el alcázar de Benarés el edificio en que Morsamor se refugiaba.

Mientras tanto, y después de esforzada resistencia, se perdieron Túnez y la Goleta, y se desvanecieron de este modo las esperanzas de D. Juan.

Este ejercicio es incesante, se le experimenta en todos los momentos, como lo prueba el que si se le quiere levantar ofrece resistencia, si se aparta el bufete se cae, si se le pone la mano debajo la comprime, y hace cambiar de forma los cuerpos blandos sobre que pesa.

Presentóles la batalla, que admitieron audaces, haciéndoles una larga y obstinada resistencia, hasta que derrotados y puestos en una vergonzosa desordenada fuga, dejaron sembrados de cadáveres y despojos, á disposicion del vencedor, los eminentes cerros que tenian por inespugnables.

Que enganchen. Sorprendiose la vieja de verla tan madrugadora; mas obedeció sin resistencia, y al cabo de media hora se apearon ambas ante el pórtico de San Isidro el Real. Esperad aquí dijo Paz al lacayo. ¡Qué capricho! murmuraba la dueña modernizada. ¡Al demonio se le ocurre venir tan lejos a misa! No vamos a misa.

Estos hablaron: pero todo fué inútil: la gente empezó á retroceder, algunos á gritar, y hubo también quien quiso oponer resistencia á la tropa. Entre tanto el gentío que ocupaba la plaza permanecía inmóvil. ¿Quién era aquél que entre tanta gente se elevaba, y agitando las manos, profería voces que la muchedumbre aplaudía?

Además, presumía muy bien que la renta que en Sarrió les permitía vivir como los primeros, en Madrid no bastaría a sustentarlos en el mismo pie, sobre todo, dada la inclinación de su mujer al boato. Venturita, sin embargo, estaba tan segura de vencer esta resistencia, que no hablaba siquiera del asunto, meditando la época y la forma en que habían de irse.

Intentaba vencer la resistencia de Ojeda con los recuerdos de aquella capital, en la que había transcurrido lo mejor de su vida. Ella no conocía París. Su padre se había negado siempre a llevar su familia a esta ciudad. Se enfurecía el señor Kasper, como un profeta bíblico, al hablar de la moderna Babilonia, urbe corrompida, inventora de malas costumbres... ¡Ay, Berlín!

El chiquillo, en veinticuatro horas había tomado con ella gran confianza, y se dejaba conducir sin resistencia. Poco después la vimos allá abajo, a la orilla, lavándole con ademanes tan bruscos, sacudiéndole tan vivamente que a todos nos hizo reír. Aunque no se oían sus palabras, notábase de sobra que le seguía increpando duramente. Esto sucedía en sábado.

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