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Actualizado: 29 de junio de 2025


Estas mujeres venían a constituir algo así como la resaca de Europa. La guerra las había arrojado a estas playas pintorescas, y aquí siguen, ya algo familiarizadas con las costumbres de los indígenas.

Antes de salir de casa se habían picado las chicas por diferencias de opinión sobre lo que debían de ponerse para hacer aquella visita. Al fin se vistió cada una de ellas como mejor le pareció; pero todo el camino fueron tiroteándose a media voz unas a otras. Aún duraba la resaca cuando se cruzaron con las parientas de «los de Peleches» a la puerta misma del salón.

Cassoulet era, en la noche, la providencia de los míseros desterrados de un mundo superior, era la ensenada que recogía la resaca social que en su continuo vaivén arrastraba hacia playas desconocidas el oleaje incesante.

Sobre cada parte de la Teneduría tenía escritos substanciosos tratados, y era de ver con qué inspirada sagacidad explicaba la Banca en comisión, las Cuentas de Resaca, la Gruesa ventura a cobrar, las Fianzas y Avales, los Depósitos y Mercaderías.

Le dirigí algunas preguntas acerca del capitán; me contestó con monosílabos, y, en vista de que no manifestaba muchas ganas de hablar, enmudecí. El caballo tomó un trotecillo no muy cómodo, y por la carretera, húmeda, llegamos en una hora a la playa de las Ánimas. El viento silbaba y gemía con alaridos violentos; el mar bramaba en la playa y la resaca debía de ser furiosa.

Los únicos que iban á conocer su muerte eran los cangrejos enormes que remontaban los peñascos buscando su alimento en la resaca; las gaviotas que se dejaban caer verticalmente, con las alas tendidas, desde lo alto del acantilado. Hasta los más pequeños crustáceos eran superiores á él.

Durante la resaca, pone de manifiesto y ofrece en cierto modo la rica vida que sustenta. Seguirle hemos paso á paso, avanzando sobre la húmeda arena, que todavía no se hunde mucho bajo nuestras plantas. Nada tema usted. A lo sumo, la mansa ola vendrá á bañar sus pies.

Debió ser a mediodía; , señor, en pleno mediodía... Pero, ¡cáspita! con la bruma de mar, ese pleno mediodía no era más claro que una noche obscura como boca de lobo... Un aduanero de la costa me refirió que aquel día, habiendo salido de su caseta para sujetar los postigos, próximamente a las once y media, una racha de viento le llevó la gorra, y exponiéndose a ser llevado él mismo por la resaca, empezó a correr tras de aquélla a cuatro patas, a lo largo de la playa.

Eran torpedeamientos «sin dejar rastro», barcos que se iban á fondo con todos sus tripulantes y pasajeros, y sólo meses después dejaban entrever una parte de la tragedia, cuando la resaca depositaba en la costa muchos cuerpos de imposible identificación, sin papeles, sin rostro humano. Casi todas las semanas contemplaba Tòni algunos de estos hallazgos fúnebres.

¿No oyes entre los ruidos del agua algo parecido a un lamento? Ricardo atendió un instante. No oigo nada. No; ya ha cesado... Aguarda un poco... ¿No lo oyes ahora?... , , no cabe duda..., en las cuevas de esta roca hay alguien que se queja... No hagas caso, tonta. Es la resaca que produce sonidos extraños... ¿Quieres que me baje a mirar lo que hay dentro?

Palabra del Dia

rigoleto

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