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Actualizado: 21 de junio de 2025
Yo había sido la única hija de la Pascuala. En Río de Janeiro, no recuerdo bien con qué tramoya, suplió D. Joaquín la falta de mi fe de bautismo, que para nuestro casamiento se requería. Hasta que el Padre García me la sacó, jamás había tenido yo ni visto semejante documento.
A todo esto eran las tres de la tarde, y el tren para Madrid salía á las cinco. ¡Demasiado sabíamos lo mucho que nos quedaba que ver!..... Salamanca encerraba todavía iglesias, palacios, colegios, casas históricas y otros monumentos, para cuyo examen se requería por lo menos una semana de continuo andar..... Pero no podíamos disponer de más tiempo, y, además, estábamos tan rendidos, que teníamos que sentarnos á descansar en los trancos de las puertas, con gran asombro de los transeuntes..... ¡Habíamos andado tantísimo en dos días escasos!.....
Si la duquesa se hubiese encontrado a su alcance, hubiera dado la preferencia a la duquesa. Pero la duquesa no salía de su habitación más que para ir a la iglesia: la señora Chermidy no podía encontrarla allí, porque no iba nunca. Hubiera podido también matar de hambre a la ducal familia; pero la operación requería tiempo.
En cambio requería a menudo la luenga espada que pendía del talabarte, autorizando así la minúscula persona, que no semejaba más que cusibel allegado a senda pértiga.
Por desgracia, el aparato llegó destrozado, aunque hubiese sido embalado por el mismo duque y conducido con los mayores cuidados por el nuevo doméstico. Era necesario pedir otro, y esto requería tiempo. Al cabo de un mes de aquel tratamiento anodino, Germana experimentaba ya una mejoría sensible.
Iba armado con revólver y espada y envuelto en amplia capa, bajo la cual llevaba ceñido y abrigado traje de lana, gruesas medias y ligero calzado de lona, como lo requería mi plan. Había tomado la precaución de frotarme bien todo el cuerpo con aceite y de llevar conmigo un frasco de licor, para contrarrestar en lo posible los efectos de mi prolongada inmersión.
La Sra. de Figueredo tendría entonces de veinticinco a treinta años: era una de las mujeres más hermosas, elegantes y amables que he conocido. Su marido, ya muy viejo, era quizá el más rico capitalista de todo el Brasil. Prendado de su mujer, gustaba de que luciese, y lejos de escatimar, prodigaba el dinero que dicho fin requería.
Pero es un error suponer que nuestros graves abuelos, aunque acostumbrados á hablar de la existencia humana y pensar en ella como si fuese una mera prueba y una lucha constante, y aunque se hallaban preparados á sacrificar bienes y vida cuando el deber lo requería, hicieran caso de conciencia rechazar todas aquellas comodidades, y aun regalo, que estaban á su alcance.
Un milagro, sin duda, algo de sobrenatural se requería para resistir a tu amor; pero Dios hubiera hecho el milagro si yo hubiera sido digno objeto y bastante razón para que le hiciera. Haces mal en aconsejarme que sea sacerdote. Reconozco mi indignidad. No era más que orgullo lo que me movía. Era una ambición mundana como otra cualquiera. ¡Qué digo como otra cualquiera!
Nanín era el mismo niño grande, un poco más grande, un poco más moreno. Su mamá le había tenido cerrado aquellos dos años en una finca enorme, solitaria, de la provincia de Badajoz, sin salir más que una que otra vez a la capital en tiempo de ferias o cuando algún negocio lo requería.
Palabra del Dia
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