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Actualizado: 5 de mayo de 2025


¡Este Maltrana! oía decir á mis espaldas . ¡Lo que sabe!... ¡Lo que ha leído!... Y, por el momento, no me daban cosas de más provecho que tales elogios y un amplio permiso para apropiarme lo ajeno. Pero esto último no representaba gran cosa, por ir yo acompañado de gentes listas, que, al ser del país, siempre llegaban antes allí donde había algo que coger.

Hice a la manera de un resumen de los desfallecimientos, del cansancio que representaba aquel gigantesco sueño y fui acometido de verdadero miedo, no por falta de bravura, sino por una especie de desmayo de la voluntad. Volví a ver a Agustín con verdadera satisfacción. Al estrechar su mano sentí que tenía un punto de apoyo. Parecía viejo, aunque todavía era joven.

Se representaba la escena de la escapatoria. Sería al amanecer. Nucha iría envuelta en muchos abrigos.

El gancho representaba su pasado. Acaso el cofrecillo constituía su presente. Acaso yo al abrir aquel cofrecillo determinaría su porvenir. Cuando el porvenir es sombriamente misterioso, tememos conocerle: como el preso por una causa grave teme conocer la sentencia del juez.

Caerá sin duda, caerá mañana, porque hoy representa lo que representaba el mundo que cayó, el mundo que no pudo menos de caer, que caerá siempre y en todas partes que tenga creaciones análogas; que tenga ídolos sociales que adorar.

Es que desde algunos meses acá bien poco le lucía el trabajo a su padre. Antes despachaba más. El que viese aquellos cañutos dorados, ligeros y deleznables como las ilusiones de la niñez, no podía figurarse el trabajo ímprobo que representaba su elaboración.

Ir á casa del padrino representaba para él un placer más intenso y palpable que los juegos solitarios del desván. El abogado don Carmelo Labarta se mostraba ante sus ojos como la personificación de la vida ideal, de la gloria de la poesía. El notario hablaba de él con entusiasmo, compadeciéndole al mismo tiempo. ¡Ese don Carmelo!... El primer civilista de nuestra época.

El profesor sabía lo que representaba para Gurdilo esta segunda insinuación. El ser más odiado por él en todo el país era Momaren. Desde su juventud les separaba una rivalidad de condiscípulos. Gurdilo había aspirado luego al alto cargo de Padre de los Maestros, y era Momaren quien lo obtenía.

Esta tercera influencia la representaba Amaury; por eso había estampado en su diario que en manos de él estaba la vida de Magdalena. Así, obrando en consecuencia, al día siguiente a aquél en que había escrito esta triste confesión envió a Amaury un recado diciéndole que le aguardaba, pues necesitaba hablarle. El joven, que aún no se había acostado, acudió inmediatamente al despacho del doctor.

Pero, a pesar de su proximidad al fuego, sentía frío. ¡Cuántas noches pasara largas horas en el mismo sitio, fija la mirada en la rojiza lumbre! A veces, los encendidos leños asumían formas que su imaginación trocaba en personas y sucedidos reales, y de esa manera convertía aquel hogar en escenario, en el cual se representaba a menudo el tétrico drama de su vida.

Palabra del Dia

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