Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 18 de mayo de 2025
Natural era que Urbási, bajo el influjo de las creencias religiosas, propias de su nación y de su casta, se diese a entender que había transmigrado su alma, que en otras vidas había amado a Morsamor, y que más tarde había renacido para volver a amarle.
Me han dicho que en su casa sigue todo como antes. Los mismos muebles, la misma criada Rafaela, y hasta el grajo, bien sea el mismo también, que por milagro de nuestro Santo Patrono vive aún, ó bien sea otro que le reemplazó á tiempo, y parece el fénix renacido de sus cenizas.
Porque la alquimia ha venido abriendo el camino a la física y a la química, han renacido la filosofía, la literatura y el arte, y el entendimiento humano, de nuevo en camino, empieza a repugnar los milagros de los muertos y los extravíos histéricos de los profetas y de los doctores de la Iglesia, en que siguen comulgando los pobres de espíritu.
El amor de Clara apenas renacido y ahogado ya por el desengaño, la tristeza que siente al verse desdeñada, el abandono en que su hermana y el coronel la dejan para retirarse a un lugar donde ella no quiere seguirlos, todo presta al cuadro, y a Clara, principal figura del cuadro, un suave tinte de melancolía, iluminado por los celestiales resplandores de la resignación cristiana.
Además, desde que había renacido su amor a impulsos de la desgracia, y ella y Juan vivían tranquilamente, queriéndose mucho, no creía que un nuevo accidente viniese a turbar su dicha. Aquella cogida era obra de Dios, que muchas veces saca el bien del mal, y había querido unirlos por medio de un accidente doloroso. Juan torearía como otras veces y volvería a casa sano y salvo.
En las negras páginas de las conmociones populares, figura este nombre, que estuvo borrado por largo tiempo del número de los pueblos, habiendo renacido más tarde con el modesto de barrio.
Si el amor, un amor bastante violento para empujarlo al delito, hubiese renacido en su corazón, era natural que fuera a arrojarse a los pies de la Condesa, que se mostraba por fin convertido y redimido, y la indujera a huir con él, a esconderse con él en algún rincón ignorado del mundo.
En su corazón había renacido la dicha pujante y vigorosa, como agua de manantial comprimido que redobla su violencia al cesar la fuerza que lo sofoca. Tuvo impulsos de quitarse de las orejas los ricos pendientes que lucía y regalárselos a Engracia, pero le parecieron pobrísima ofrenda para pagar tanta felicidad.
Palabra del Dia
Otros Mirando