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Actualizado: 20 de junio de 2025
"Cuando tomamos esta resolución, comenzaba anochecer; pero, con todo eso, nos entramos en un barco los desposados y yo, con seis remeros; pero, cuando salimos al mar descubierto, había acabado de cerrar la noche, por cuya escuridad no vimos bajel alguno.
Estos altivos salvages, á quienes se les hace la guerra por Bibosi, provincia de Santa-Cruz de la Sierra, nunca malogran la ocasion de atacar al descuido las canoas de Moxos, matando á los remeros para apoderarse de las hachas y demás herramientas que llevan estos consigo. Recapitulando todos los elementos de la poblacion actual de Moxos, se obtienen los siguientes resultados.
Ya sé cuál es el quehacer del conde... Una juerga me dijo Pepita por lo bajo. ¿Cree usted?... ¡Uf! Como si lo viera. Las señoras en coche y los hombres a pie, nos trasladamos todos al muelle, donde nos esperaba una espaciosa falúa entoldada, con cuatro remeros sentados a la proa. El calor en aquel sitio era estupendo. El reflejo de las piedras abrasaba el rostro.
La tripulacion de la canoa de guerra se compone de doce soldados con su alferez, y ocho ó nueve negros remeros de pala con sus uniformes. El alferez tiene en la canoa para defensa del sol y de la lluvia su carroza muy buena con cortinas y asientos. Los soldados llevan tambien en medio de la canoa su toldo acomodado para su resguardo.
Los remos se hundían y se levantaban rítmicamente; a veces los remeros daban una pasada para atrás, con el objeto de no avanzar, sin duda esquivando alguna roca. Olas como montes y nubes de espuma ocultaban, durante algún tiempo, a aquellos valientes. En la cubierta del barco encallado, dos hombres y una mujer accionaban y gritaban. El viento nos trajo sus voces.
La ola dió un golpe en la espalda de los dos primeros remeros, les hizo torcerse violentamente y pasó por encima de nosotros. No hubo nadie de los nuestros que no creyera que aquel era nuestro final. Al verme todavía en la lancha, yo me indigné. Estamos aquí parados estúpidamente les dije . Hay que pasar. ¡Hala! Nada, vamos dijeron todos.
9 Los ancianos de Gebal y sus sabios repararon tus hendiduras; todas las galeras del mar y los remeros de ellas fueron en ti para negociar tus negocios. 10 Persas y lidios, y africanos, fueron en tu ejército tus hombres de guerra; escudos y capacetes colgaron en ti; ellos te dieron tu honra.
Matúveme en el ministerio de la conversion, á que se me habia destinado en dicho pueblo de San Bernardo, hasta el 26 de Enero; en cuyo dia salí conduciendo en mi canoa, con mis prácticos y remeros, al Comandante General, y siete de sus oficiales, al pueblo de los Mocobíes de Dolores de Santiago: nos dimos á la vela el referido dia, como á las 11: dá el rio vueltas de N. á S. Como á las cuatro leguas á la parte del N habia una rancheria: manifestáronse algunos indios, mas ninguno llegóse junto á la canoa.
¡Qué pesados e insoportables me parecieron los días de navegación de Tien-Tsin a Tung-Chou, en barcos chatos que apestaban como el olor y suciedad de los remeros; ora a través de las tierras bajas inundadas por el Pei-hó, ora a lo largo de pálidos e infinitos arrozales; cruzando aquí una lúgubre aldea de loma negra, allá un campo cubierto de flores amarillas, topando a cada momento con cadáveres de mendigos, hinchados y verdosos, que descendían al fondo del agua, bajo un cielo fosco y bajo!
Ancló junto á temibles rompientes de la costa occidental de África, bajo un sol que hacía arder la cubierta, para recibir caucho, plumas de avestruz y colmillos de elefante traídos en largas piraguas por remeros negros. Salían siempre de un río poblado de cocodrilos é hipopótamos, en cuyas orillas alzaba la factoría los conos pajizos de sus techumbres.
Palabra del Dia
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