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Porque si aquellos establecieron que una comedia no representasse, sino la accion que moralmente puede suceder en veinte y quatro horas, quanto mayor inconveniente sera, que en tan breve tiempo un galan discreto se enamore de una dama cuerda, la solicite, regale, y festege, y que sin passarse un dia, la obligue y disponga de suerte sus amores, que començando á pretenderla por la mañana, se case con ella á la noche?

La novela era su pasión: en el folletín del periódico de su marido, publicó una que éste, aunque enemigo de prodigar elogios, calificaba de piramidal. Yo leí tres hojas, y confieso que no me pareció muy católica. También escribió otra que ella llamaba eminentemente moral. No quise moralizarme leyéndola, y regalé el ejemplar á mi criado, el cual lo traspasó á no quién.

Jacobo volvió a preguntar: ¿Y te acuerdas de unos sellos de lacre, dos verdes y uno rojo, que te regalé aquella noche? replicó el tío Frasquito más animado. ¿Qué has hecho de ellos?... En mi álbum los tengo... ¿Quierres verrlos? Enséñamelos.

Los perales se los regalé á D. Lino Pereda, pero todos se secaron, lo cual me ha disgustado mucho, aunque presumo que habrá sido porque los plantó en tierra demasiado húmeda. Lo mismo se peca por lo mucho que por lo poco. No dejes de mandarme en tiempo oportuno algunos otros de buena casta, pues se los he prometido al cura de la Segada.

Les expresé cuanto pude esta seguridad, á fin de que no los detuviesen, y lograsen el viage que se intenta por tierra; y regalé á este cacique cuanto pude, y á sus indios, encargándole mucho la seguridad del peon Godoy, haciéndoles muchos ofrecimientos mi regreso al Colorado.

Mi amo D. Félix me ha entregado este reloj de plata con su cadena para que lo regale al tirador que más lejos clave la barra de hierro de quince libras. Y como de mis manos no ha de parecerle tan bien el regalo como de las de alguna chavalita, el mozo que gane el premio queda autorizado para elegir la que mejor le parezca entre las presentes para que se lo cuelgue del chaleco.

Ya sabía ella que todo aquello era mojama y conversación de Puerta de Tierra. ¡Pues no faltaba más que dos gachós tan serranos se juntasen y se apartasen como dos perros callejeros! Andad, hijos, que las piedras de la calle os irán echando bendiciones. Soledad, no consientas más en la vida que ese desaborío te regale ligas. Ya te anuncié que habíais de reñir...