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Actualizado: 23 de mayo de 2025
Para gustar de un autor no es menester coincidir con él en opiniones y creencias, ni mucho menos dejarse convencer por sus razonamientos. A menudo suele sucederme lo contrario, y así me sucede con el libro de D. Pompeyo Gener. Mucho tengo que aplaudir en dicho libro, y muy poco de lo que dice me convence, aunque aplaudo el entusiasmo, el saber y él ingenio con que lo dice.
Si hay cosa tratada o discutida en el mundo, ya seriamente, ya en burla, es la cuestión del matrimonio, aunque sea cierto que ni los razonamientos ni las facecias influyen mucho en la resolución que cada prójimo toma según cuadra a su genialidad, temple y más o menos escrupulosa conciencia.
Había de suceder que ni los consejos de Agustín ni las advertencias de Oliverio prevalecieran contra una tendencia irresistible, arrastradora, demasiado poderosa para ser cohibida por razonamientos ni amonestaciones.
Sin embargo, la mayor parte de las veces no lograba penetrar el recóndito sentido de sus razonamientos, quizá porque como neófito no estaba al tanto del tecnicismo filosófico usado en las escuelas. Por esta razón su confidente más asiduo no era el zapatero, sino un guarda del Retiro. Este le instruía como un maestro de la escuela peripatética paseando bajo las amplias avenidas de olmos.
Inútiles sus razonamientos buscando excusas. Los grandes sentimientos prescinden del raciocinio por inútil. Para hacer comprender los ideales políticos y religiosos son indispensables explicaciones y demostraciones: el sentimiento de la patria no necesita nada de esto. La patria... es la patria.
Eudoxia misma, cuyas ideas son bien opuestas, no me ha parecido que hiciera tampoco suficiente caso de mis razonamientos para respetarlos seriamente; se ha contentado con algunos lugares comunes, a los que las gracias de su elocución y la firmeza de su ironía han prestado más agrado que solidez.
Pero el prudente papá advierte que es necesario tener sentido de la medida; no hacerlas subir demasiado, porque pueden caer de golpe una vez descubierto que se abusa del recurso para hacerlas subir. Papá agrega otros razonamientos graves, discretos, oportunos. «No hay que ser criticona», dice.
Yo sé muy bien que muchos asuntos graves en diferentes lineas, que se reciben por esta suerte de razonamientos engañosos, se rechazarian, si hubiese quien, reduciéndolos á la forma sylogística, manifestase su poca estabilidad.
Y luego, la pobre Inesita..., que no tiene, como yo, un marido a quien complacer a y quien amar, ¿por qué ha de ser víctima de ese antojo tuyo? Tales razonamientos ejercían un poder invencible en el alma de don Braulio. Nada hallaba que contestar a ellos, y se callaba.
En los libros se usa mucho esto, y cada dia vemos Autores que para referir una opinion suya, ó agena hacen mil preámbulos, y razonamientos que nada conducen. Los períodos muy largos, y los dichos sentenciosos son contra el buen método, porque los primeros distraen, los segundos confunden al entendimiento. Este defecto es muy ordinario en los que emprenden obras muy largas.
Palabra del Dia
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