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Actualizado: 9 de mayo de 2025
Pero también junto á ella me siento solo. Parece que no seamos de la misma familia, que pertenezcamos á distinta raza. No sé explicarme, Luis: tal vez estoy loco; pero jamás siento con ellas, que son mi familia, esta confianza, este dulce abandono que tú me inspiras. Y es que tú eres de mi sangre; el único pariente verdadero.
A la raza morena, que viene después, y a la que pertenecen los egipcios, se le da una antigüedad de 15.000 años, naciendo por mejora de la raza negra. Sale luego a relucir la raza amarilla, cuyos representantes más ilustres son los chinos y japoneses. Su origen se pone 10.000 años hace.
La señorita se ha puesto tan grave que mi amo no ha querido que muriese en Málaga y la ha traído á Oviedo. Allí están desde hace seis días, según creo. Se espera de un momento á otro una desgracia. D. César se llevó la mano á la frente con abatimiento y al cabo de unos instantes de silencio exclamó: ¡Así es la vida Regalado, así es la vida! ¡Oh raza de mortales!
El filósofo ha dicho eso contestó y ha dicho otras cosas diferentes, como todos los que piensan mucho. Su doctrina es de orgullo, pero de orgullo individual, no de orgullo de nación ni de raza. El habló siempre contra «la mentirosa superchería de las razas». Argensola recordaba palabra por palabra á su filósofo.
Considérese además que si las medidas de rigor son ya peligrosas en medio de una nación constituída por una población homogénea, el peligro se centuplica cuando el Gobierno forma raza diferente de la de los gobernados.
Era un ensueño querer guiar al pueblo mansamente, pasito á paso: había que correr, que saltar, derribando lo que aún quedase por delante. Había que tener en cuenta la raza, la herencia triste que pesa sobre este pueblo: su educación intolerante que databa de ayer. En unos cuantos años de vida moderna, que no era propia, sino de reflejo, no se podían extinguir varios siglos de ferocidad religiosa.
Elvira, por el contrario, era vivaracha y hasta un poco ordinaria; pero la energía de su alma le rebosaba por los ojos, y el rey Buby creyó ver delante de sí una espartana repitiendo el himno de las Termópilas, cuando cantó al piano con trágica entonación y enérgicos rencores de raza: En el Hospital del Rey Hay un ratón con tercianas, Y una gatita morisca Le está encomendando el alma.
Lo demás, lo que se refería a la esbeltez, lo había hecho la raza, decía doña Anuncia, que se picaba de esbelta, porque era delgada.
Entonces, como ahora, había una gran pasión por los ídolos de la tauromaquia, el arte nacional por excelencia. Frascuelo y Lagartijo recogían en su joyante capote el último rayo del gran sol de la raza y despertaban el único latido de la conciencia nacional. Y aun no había surgido en el horizonte el espectro trágico, grotesco e infame del desastre colonial.
De aquellos parientes, enamorados los más en secreto tiempo atrás, cada cual según su temperamento, hizo su corte Emma, que cada día despreciaba más a su marido, a quien sólo estimaba como físico, y sentía más vivo el cariño por los de su raza.
Palabra del Dia
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