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Actualizado: 1 de mayo de 2025
El fondeadero mas seguro es el que se halla entre la Isla Rasa y la de Gamas: pero no tiene arriba de diez pies en bajamar. La Isla Rasa es un banco de arena que nunca cubre. La de Gamas, aunque muy estéril, tiene regulares pastos en algunas partes, y un pozo de agua cerca del fondeadero.
De estos factores provino esa resistencia siempre vencida y siempre renaciente del pueblo contra los desmanes y la avaricia de los reyes y de los papas, que alcanza su primera grande etapa en la Magna Carta, arrancada al rey Juan por los barones en 1215, eludida a menudo después, pero jamás borrada del espíritu público, donde se conserva con la fijeza de una constelación en el firmamento; reconfirmada y ampliada en el parlamento de Simón de Monfort, en 1265, echando al mar en Dover la bula que contenía la excomunión del papa contra los barones rebeldes para quedar, desde entonces, como el gran faro nacional para los días de tormenta o de niebla política, mientras en el continente, aun en Escocia y en Irlanda, y con la sola excepción de la Holanda y la Suiza, la sumisión cristiana a la autoridad divina de los papas, los pastores y los reyes, bajo la forma protestante, la católica o la ortodoxa, hacía tabla rasa de todos los sentimientos de independencia individual o comunal, y mayormente en España, donde el Santo Oficio, sentaba sus reales y sus instrumentos de tortura veintiún años después del nacimiento de la Magna Carta en Inglaterra, para modelar a nuestros mayores por el terror máximo en el plan de la más grande intolerancia sectaria y de la más completa sumisión pasiva al altar y al trono.
Le dio miedo esta extensión, rasa a la vista, que ocultaba las desigualdades del suelo, las cunetas, los hoyos de los árboles, los declives de los desmontes. Su pensamiento, quebrantado por el hambre, entorpecido por el frío, creyó ver, con tétrica alucinación, la imagen de su vida futura en esta planicie blanca, silenciosa, monótona.
Y, con esto, cesó por entonces su plática. Capítulo LXXII. De cómo don Quijote y Sancho llegaron a su aldea Todo aquel día, esperando la noche, estuvieron en aquel lugar y mesón don Quijote y Sancho: el uno, para acabar en la campaña rasa la tanda de su diciplina, y el otro, para ver el fin della, en el cual consistía el de su deseo.
Aqui me quiero esconder, Hasta que al anochecer Torne á seguir mi viage, Que en este mismo parage Mostagan viene á caer. Porque el sol sale de alli, El norte acia allá se inclina, No está lexos la marina. O qué mal estoy aqui! Buen Jesús, tú me encamina, Que mucho alarbe pasa Por esta campaña rasa: Si me he acertado á esconder, No me despido de ver Mis hijos, muger, y casa.
Su inteligencia era, sin duda, tabla rasa, pero tabla bruñida, tersa y maravillosamente adecuada para que los conceptos se grabasen en ella con prontitud, se ordenasen allí sin confusión y distintamente y persistiesen luego como indelebles signos, sin borrarse ni alterarse nunca. La vanidad y el afecto de tío movían al doctor López a pensar así de su sobrino D. Pepito.
Lo esencial del saber, lo que saben los niños y los paletos, ella lo ignoraba, como lo ignoran otras mujeres de su clase y aun de clase superior. Maximiliano se reía de aquella incultura rasa, tomando en serio la tarea de irla corrigiendo poco a poco.
Miércoles á 5 de Enero de este presente año de 1746, á las diez del dia descubrieron la tierra del Cabo Blanco, al sur-sud-este, y la costa de la banda del norte, que forma una grande playa á modo de ensenada, en donde pueden dar fondo los navios al abrigo de la tierra, que es alta y rasa, como la del Cabo de San Vicente, y tiene la punta un farillon ó mogote, que se parece al casco de un navio.
Encerrado escuadron, ó manga suelta En la campaña rasa, do no pueda Estorbar la mortal fiera revuelta El ancho foso y muro que la veda, Fuera bien que sin dar el pie la vuelta Y sin tener jamas la espada queda Ese exercito mucho bravo vuestro, Se viera con el poco flaco nuestro.
Abierto finalmente el camino salieron á campaña rasa, donde no hallaron cosa de comer el Padre ni sus compañeros para repararse de los trabajos pasados, porque no había en aquel lugar ninguna caza ni laguna de pescado, ó alguna colmena, como hay por otras partes.
Palabra del Dia
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