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Actualizado: 31 de mayo de 2025
Con la misma rapidez imaginativa del que va á morir ahogado en el mar y repasa vertiginosamente las escenas de su vida anterior, vió su infame existencia de Nápoles, la expedición en la goleta para avituallar á los submarinos, luego el torpedo que abría una brecha en el Californian... ¡Y este hombre era tal vez el que había hecho saltar por el aire á su pobre hijo hecho pedazos!...
En resumen, después de aquella memorable visita, y a los cuatro días justos de haberse efectuado, Isabel recibió una carta de Gloria diciéndole que estaba ya en su casa. ¿Qué le parece a usted de nuestros trabajos? ¡No contaría usted con el triunfo tan pronto! ¿verdad? Mostreme en efecto asombrado de aquella rapidez, y más agradecido aún que asombrado.
Luego tejieron la más arrebatada y frenética danza que puede imaginarse. Y, por último, cuatro de los derviches, trompeteros de resuello pujante, hicieron resonar las kernas de que venían provistos. La danza se precipitó entonces con rapidez sobrehumana. Verlos bailar causaba mareo.
En la pequeña cámara de Morsamor, que estaba sobre cubierta, no parecía posible que hubiese capacidad bastante para que en ella se ocultasen muchos hombres armados. En ella, no obstante, estaban hacinados y apretados Tiburcio y su tropa. De súbito abrieron la puerta de la cámara y salieron con inaudita rapidez.
Todo se reparaba con relativa rapidez y la gente mostrábase contenta hablando del pasado peligro con desprecio. ¡Hasta la otra! Además, se había repartido mucho dinero.
Don Álvaro sólo observó que el seno se le movía con más rapidez y se levantaba más al respirar.
En otras tierras más al norte que la nuestra, la Primavera, fuerza es confesarlo, si no es, parece más hermosa: el cambio de escena tiene mayor rapidez y doble hechizo; la mudanza hiere más la fantasía; se nos presenta como súbita y milagrosa resurrección de los seres.
Lo que más le confundía era la extraña rapidez, la fatal impaciencia con que se precipitaban sobre él tantas contrariedades, tantas amarguras, que no le daban tiempo para buscar aliento y esperanza en su inteligencia y en su corazón. Entró en la casa, y subió lentamente la escalera de la casa del siglo décimoctavo.
Aun mas: no le pongais delante un objeto determinado, y habladle en general de cosas demasiado altas, indicándole velozmente unas tras otras; veréis que con la rapidez del relámpago aplica siempre la idea general de un medio auxiliar.
Los viajeros americanos conocemos ya la Francia, París y una que otra gran ciudad del litoral. La vida de la campiña nos es completamente desconocida. Es uno de los inconvenientes del ferrocarril, cuya rapidez y comodidad ha destruido para siempre el carácter pintoresco de las travesías.
Palabra del Dia
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