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Actualizado: 5 de mayo de 2025
Debe de ser lo que le corresponde a usted por réditos de algún dinero.
El pobre labrador ni se fijó en los miles de reales á que subía su deuda con los dichosos réditos: tan turbado y confuso le dejó la orden de abandonar sus tierras. La debilidad, el desgaste interior producido por la abrumadora lucha de varios años, se manifestó repentinamente.
Luego, continuaba Memnon, es necesario no descuidar su caudal: mis deseos son moderados; tengo mi dinero que me produce buenos réditos y con buenas fianzas en poder del tesorero general de Ninive, y me basta para vivir sin depender de nadie, que es la mayor fortuna, porque nunca me veré en la cruel precision de ir á besar manos de palaciegos; á nadie tendré envidia, y de nadie seré envidiado: cosa no ménos fácil.
Seguramente ha de haber alguna flor fresca en el ramillete, pues Chaves tenía materia sobrada á mano, y no es hombre que se la reserve, al contrario de otros eruditos, que todo lo que pueden lo reservan como si ganara réditos.
Se le presentó el recibo, reconoció la firma y volvió a declarar que por el momento no le era posible pagar aquella deuda; que pagaría los réditos vencidos y firmaría nueva obligación, comprometiéndose a saldarla en el término de seis meses.
Ello fue que de Cabruñana, concejo de la marina donde los Valcárcel tenían algunas caserías, procedentes de bienes nacionales, llegaron malas noticias respecto de cierto mayordomo de segundo orden, que allí hacía mangas y capirotes de las rentas de Emma, perdonando anualidades atrasadas, o por lo menos aplazando el cobro indefinidamente, colocando por su cuenta a réditos el dinero cobrado; en suma, explotando en provecho propio los bienes de sus amos.
El ladrón argentino es, por lo general, astuto, audaz y emprendedor allí donde no le conocen; sus uñas le dan réditos fabulosos.
Tu madre era cigarrera; un día necesitó pagar una deuda, y no teniendo dinero se lo pidió á la cabecilla de su mesa: esta se lo dió ¡pero á qué costa! Tú fuiste la hipoteca de aquel contrato; tu sangre, y un trabajo sin tregua ni descanso, los réditos; y la absoluta pérdida de tu libertad, la cláusula de aquel monstruoso pacto. Desde aquel momento tuviste una despótica señora.
Como todas las naturalezas dulces y tímidas, Belarmino tenía ahorrados el coraje y la violencia en un depósito a réditos con interés compuesto, y cuando llegaba la coyuntura excepcional de gastar las reservas se exaltaba en términos que parecía un poseso.
Su cultura es como un capital que se aumenta cada día, tanto por nuevas ganancias como por los réditos que no se gastan y que se van acumulando. Lo que niego es que el arte, como arte, progrese a par de dicha cultura. Yo no gusto de defender paradojas.
Palabra del Dia
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