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Actualizado: 4 de julio de 2025
Cuando vean mis ojos quebrados, cuando toquen mi mano seca y fría como el mármol... MANRIQUE. ¡No me atormentéis, por piedad! AZUCENA. ¿Oyes? ¿Oyes ese ruido? Mátame... pronto, para que no me lleven a la hoguera. ¿Sabes tú qué tormento es el fuego? MANRIQUE. ¿Y tendrán valor? AZUCENA. Sí; lo tuvieron para mi madre; debe ser horroroso ese tormento...¡La hoguera!
En la devastadora avenida que arrebataba árboles quebrados y maderas crujientes, y en la oscuridad que parecía deslizarse con el agua e invadir poco a poco el hermoso valle, poco pudo hacerse para recoger los desparramados despojos de aquella incipiente ciudad. Al amanecer, la cabaña de Edmundo, la más cercana a la orilla del río, había desaparecido.
Dios me destruya si sé lo que me digo, tía Zarandaja, contestó el señor Viváis-mil-años; que este oficio nuestro que traemos tiene tales quiebras, que a veces nos vemos quebrados por el espinazo; y si yo hago lo que ese señor quiere, en tratos y comercio, que no me tienen cuenta puedo verme con la justicia ordinaria; y si no lo hago, es tal ese señor y tan poderoso, que como de la Inquisición me sacó, puede meterme otra vez en ella, donde yo me pierda y no vuelva a saberse de mí; que tal vez me empareden o me entierren vivo.
6 En todas vuestras provincias las ciudades serán desiertas, y los altos serán asolados, para que sean asolados y se hagan desiertos vuestros altares; y vuestros ídolos serán quebrados, y cesarán; y vuestras imágenes del sol serán destruidas, y serán desechas vuestras obras. 7 Y los muertos caerán en medio de vosotros; y sabréis que [soy] el SE
Los militares españoles que el Gobierno de Madrid incorporaba a las divisiones de Moncey, de Vedel o de Lefebvre iban huyendo de sus traidoras filas en cuanto se les presentaba ocasión para ello, de tal modo, que al verificar sus marchas aquellos ejércitos por parajes montuosos o quebrados, veían que los españoles se les escapaban por entre los dedos, como suele decirse.
Desde lo alto del soberbio observatorio, no vemos andar los ríos como las nubes de donde han salido, pero se nos revela su movimiento por el brillo chispeante del agua que se muestra de distancia en distancia, ya al salir de ventisqueros quebrados, ya en las lagunas y en las cascadas del valle ó en las revueltas tranquilas de las campiñas inferiores.
A los extremos de este corredor hay dos pedestales de jaspe veteados de encarnado de poco más de vara de alto y media de circunferencia sobre los cuales parecen estaban colocados dos niños en figuras de aguadores de jaspe negro veteado de menos de vara de alto con sus cántaros sobre el hombro y hoy se hallan fuera de su sitio quebrados en muchas partes incapaces de poder servir.
-No, no, señor -respondió Sancho-, no se ha de decir por mí: "a dineros pagados, brazos quebrados". Apártese vuestra merced otro poco y déjeme dar otros mil azotes siquiera, que a dos levadas déstas habremos cumplido con esta partida, y aún nos sobrará ropa. -Pues tú te hallas con tan buena disposición -dijo don Quijote-, el cielo te ayude, y pégate, que yo me aparto.
Palabra del Dia
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