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Actualizado: 25 de junio de 2025
Lo primero que hizo fué llevar á la comedia á Martin y á Candido. Representaban una tragedia nueva, y Candido se encontró al lado de unos quantos hypercríticos, lo qual no le quitó que llorase al ver algunas escenas representadas con la mayor perfeccion.
De la hambre fatigados, Sin medio de algun remedio, Tal muralla y foso en medio, Pocos, y esos encerrados. Pues como veo llevar Mis esperanzas del viento, Ando triste y descontento Ansi qual me ves andar.
Al cabo de algunas jornadas, encontró en los valles de Senaar el exército persa que iba á pelear con el exército indio; y dirigiéndose á un soldado que halló en un parage remoto, le preguntó qual era el motivo de la guerra.
Su delicada voz, sus luces bellas, Su humildad aparente, y las lozanas Razones, que el amor se cifra en ellas, Estas están contino en su presencia, Palabras ministrandole al oido, Que tienen de prudentes aparencia. Y ella qual ciega del mejor sentido, No ve que entre las flores de aquel gusto, El aspid ponzoñoso está escondido.
Este hombre, que apellidaba Babilonia el envidioso, quiso dar al traste con Zadig, porque le llamaban el dichoso. Cien veces al dia, dice Zoroastro, se halla ocasion para hacer daño, y para hacer bien apénas una vez al año. Fuése el envidioso á casa de Zadig, el qual se estaba paseando por sus jardines con dos amigos, y una señora á quien decia algunas flores, sin otro ánimo que decirlas.
Ya es menester, sin que os lo ruegue, ó mande, Que cada qual como guerrero experto, sin que por su capricho se desmande, La orden guarde y militar concierto, Y acuda á su deber como valiente Hasta quedar, ó vencedor ó muerto. En esto por la parte de poniente Pareció el escuadron casi infinito De la barbara, ciega, y pobre gente.
Y Aconteció que como uvo acabado Iešus todas eštas palabras, dixo á šus Dišcipulos, Sabeys que dentro de dos dias še haze la Pašcua: y el Hijo del hombre es entregado para šer crucificado. Entõces los principes de los Sacerdotes, y los Ešcribas y los Ancianos del Pueblo še juntarõ al patio del Põtifice, el qual še llamava Caiphas. Y tuvieron conšejo para prender por engaño
Lo que al presente, amigos, más me agrada, Es que primero que en la corte entremos, Al reino demos una rociada; Y en los lugares cortos recitemos Lo que esta niña fuere decorando: Que quando allí perdamos, no perdemos; Antes de cierto sé que irá ganando Desde allí nueva fama, y qual vexiga, A soplos de inocentes ensanchando.
Verdad es, dixo Martin; razon tiene el señor abate: en Paris estaba yo quando la señora Monima pasó, como dicen, de esta á mejor vida, y le negáron lo que esta gente llama sepultura en tierra santa, lo qual significa podrirse con toda la pobretería de la parroquia en un hediondo cementerio, y la enterráron sola y señera en un rincon de su jardin, lo qual le causó sin duda muchísima pesadumbre, porque tenia muy hidalgos pensamientos.
Entre las quales era Maria Magdalena, y Maria de Iacobo, y la madre de Iofe, y la madre de los hijos de Zebedeo. Y como fue la tarde del dia, vino un hombre rico de Arimathia llamado Iošeph el qual tambien avia šido Dišcipulo de Iešus. Ešte llegó
Palabra del Dia
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