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Actualizado: 16 de mayo de 2025


Levantadas las columnas sobre pedestales, se pusieron, como remate de ellas, dos estatuas, una de Hércules y otra de Julio César, las cuales dieron nombre al paseo, que el vulgo llamó desde poco después, Alameda de Hércules.

Y su busto sangriento y palpitante Pusieron por escarnio en la picota; Y su sangre que cae gota por gota Marcando está las horas del dolor. El pueblo le contempla con asombro Y de su labio cárdeno y helado Parece que esperase atribulado El grito de Esperanza y Redencion.

Hubo algunos bien intencionados que prefiriendo el bien público á sus particulares intereses, se mostraron neutrales; y se pusieron de por medio para concertales, cosa de mucho peligro cuando las partes estan ya declaradas, porque siempre se juzga por enemigos los que no son amigos, y vienen á ser aborrecidos de los unos, y de los otros.

Homero y Hesiodo, su contemporáneo, que ennoblecieron el dialecto jónico, reasumieron en sus poemas toda la civilizacion de un mundo, concretaron todo un ciclo histórico, y ensanchando los límites del corazon y de la intelijencia, pusieron al hombre en relacion con todos los objetos de la naturaleza de que estaba rodeado.

Viendo los enemigos que tan á su salud los dejaban cavar en el caballero, sin salir á estorbárselo, se llegaron aquella noche á los demás, y hicieron lo mismo, y en tres días los pusieron de manera que se podía subir á caballo por ellos.

Se pusieron en marcha de nuevo. Rosa protestaba a cada paso de aquel cambio tan extravagante; se dolía, con frases que revelaban sincera pena, de que Andrés fuese de aquel modo indecoroso, exponiéndose a coger una enfermedad. Pero éste reía y marchaba dando brincos para convencerla de la fortaleza de sus pies, vestidos solamente de un fino calcetín. Al fin ella calló.

Procedía el sauce de La tumba de Napoleón en Santa Elena; el ángel que hacía pucheros había venido del túmulo que pusieron en el Escorial para los funerales de una de las mujeres de Fernando VII, y la lontananza fue tomada de un grabadito de no qué librote Lamartinesco que era todo un puro jarabe.

8 También sus príncipes ofrecieron con liberalidad al pueblo, y a los sacerdotes y levitas. 10 Aparejado así el servicio, los sacerdotes se pusieron en sus estancias, y asimismo los levitas en sus órdenes, conforme al mandamiento del rey.

Con palabras no menos comedidas que éstas le respondió el caballero, y, encerrándole todos en medio, al son de las chirimías y de los atabales, se encaminaron con él a la ciudad, al entrar de la cual, el malo, que todo lo malo ordena, y los muchachos, que son más malos que el malo, dos dellos traviesos y atrevidos se entraron por toda la gente, y, alzando el uno de la cola del rucio y el otro la de Rocinante, les pusieron y encajaron sendos manojos de aliagas.

Trajeron médicos, y mandaron que nos limpiasen con zorras el polvo de las bocas, como a retablos, y bien lo éramos de duelos. Ordenaron que nos dieran sustancias y pistos. ¿Quién podrá contar a la primera almendrada y a la primera ave las luminarias que pusieron las tripas de contento? Todo les hacía novedad.

Palabra del Dia

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