United States or Rwanda ? Vote for the TOP Country of the Week !


Ese promontorio de metal amarillo no es la gloria, ni la heroicidad, ni el talento, ni la ciencia, ni el arte, ni la fe, ni la honra, ni la virtud, ni el vestido, ni el alimento, y con él se compra el alimento, el vestido, la virtud, la honra, el arte, la ciencia, el talento, hasta la heroicidad, hasta la gloria.

Las lluvias habían disuelto y arrastrado lentamente el terreno en los alrededores, pero las pesadas piedras habían sido respeta das, y con su peso daban consistencia á los gigantescos pilares de arcilla que las sostenían. Cada promontorio, cada roca de la montaña tiene, pues, su aspecto peculiar, según la materia que la forma y la fuerza con que resiste á los elementos de degradación.

Todos los cabos del promontorio le inspiraban el deseo de doblarlos á nado, como los delfines; todas las bahías y ensenadas necesitaba medirlas con sus brazos, como un propietario que duda de la mensura ajena y la rectifica para afirmar su derecho de posesión.

Tranquilizados por la seguridad de que estaban en comunicación con el yate, avanzaron á lo largo de los arrecifes para alejarse de la zona peligrosa y poner el mayor espacio posible entre ellos y sus perseguidores probables. Se encontraban entonces en las rocas. Una especie de promontorio avanzaba en el agua, formando una lengua de coral golpeada por todas partes por las olas.

La de más allá tenía cinco hijos y vísperas, de lo que daba fe el promontorio que le alzaba las faldas media vara del suelo. No podía ir en tal estado a la Fábrica de Tabacos, por lo cual estaba pasando la familia una crujida buena.

Una sombra verdosa enfriaba este camino, á la vista del luminoso mar, de las montañas amarillentas, que iban tomando un color rojizo bajo el sol de la tarde. Lubimoff explicó á su compañera las singularidades del promontorio que sirve de asiento al viejo Mónaco.

El Durga, que desagua cerca del promontorio de Volk, se asegura que es de los más grandes. Otros muchos van a desembocar en la costa septentrional y en la meridional. En la occidental desagua uno que debe de ser caudalosísimo, porque muchos navegantes han observado que no lejos de la punta oriental de la bahía de Geelvine, las aguas del mar son dulces a muchas leguas de la costa.

Pero temía exponer sus gustos de «hombre rancio», acordándose de las burlas del príncipe y de Castro. Estos preferían el parque, lo que el coronel llamaba en sus adentros el «jardín salvaje». Habían aprovechado los vetustos olivos existentes en el promontorio como base de este parque.

El príncipe y Toledo llegan á la plaza y se dirigen á la izquierda del Casino, donde está el Café de París. Lubimoff se sienta á una mesa, en un ángulo saliente del café que las gentes apodan «el Promontorio». El coronel permanece derecho. Ha pasado la tarde con el príncipe, y necesita volver á su casa.