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Actualizado: 23 de junio de 2025
Si el drama inglés se divide con poco criterio en dos acciones, la de Antonio, Ismenia y Aminta, y la de Otrant y Florinel, el español le excede por su artística composición, puesto que todas sus escenas están estrechamente enlazadas entre sí, y la atención del espectador no se distrae un solo instante; hasta la pintura de caracteres y de afectos, y las situaciones dramáticas, merecen también nuestra plena aprobación.
Fuera de esto, cuanto me rodea y toca es causa de disgusto. ¡Buen nublado se me viene encima! Mi casa comienza a parecer una sucursal del infierno, y voy dudando si vivo en plena realidad o está alguien, por arte de magia, ensayando a costa mía el efecto de alguna de aquellas novelas de hace treinta años, en que un personaje misterioso y fatídico desbarataba la paz de una familia.
Cuando, transcurridos más de dos meses, Lorenzo y Ricardo resolvieron regresar a Buenos Aires en plena y amplia posesión de la salud físico-moral que habían readquirido por la acción exclusiva y constante de Melchor, éste les manifestó el propósito de quedarse en la estancia «durante algunos días más». No te quedes, ¿para qué? vente con nosotros le repetía Lorenzo. Tengo que hacer aquí.
Vamos a ver, ¿por qué no había yo de seguir con esta mujer hasta que nos cansáramos, y después, sin reñir, separarnos pacíficamente como dos buenos amigos que han hecho juntos un negocio? ¿Dónde mejor negocio que pasar una temporadita en plena felicidad? Y en seguida, lo mismo con otra.
Le hice repetir la noticia que me trajo y que me parecía inconcebible. La señorita Porhoet había recibido la víspera, de manos del señor Laubepin, un pliego ministerial, que le anunciaba que era puesta en plena y entera posesión de la herencia de sus parientes de España.
La vida en plena Naturaleza, la piratería en la selva, le daban, cuando permanecía silencioso, una tosquedad huraña, semejante a la del árbol o el pedrusco.
Una noche se le hizo la proposición en plena tertulia; y, francamente, no podía habérsele hecho otra que más le halagara. Quizá se anticipaban sus amigos a un deseo que le embriagaba el alma mucho tiempo hacía.
En ellos se refugiaba, evitando la plena luz, el desconocido ceremonioso que comenzaba a introducirse en la reunión, sin que nadie supiese quién le traía; el hidalguejo tagarote, amigo de un amigo de don Íñigo y venido al olor del agasajo, el alférez del Alcázar, el capellán de monjas, el escribano de número...
Era ya una mujer, era una novia; y lo era a los ojos de todos, a pleno sol, en plena posesión de todas las sensaciones divinas del amor, entregando su alma a otro hombre sin volverse a mirar si él padecía, si él se quedaba solo en el mundo, abandonado del único objeto de su vida....
Sin embargo, una parte del misterio que en su imaginación había circundado a las Aliaga, se fue aclarando, como los contornos de una figura que parece fantástica en la penumbra y luego a la plena luz cobra una realidad más simple. Acaso la más linda era Laura. Unía la sensibilidad excesiva a cierta actitud de calma inalterable.
Palabra del Dia
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